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Negando
lo falso emerge la verdad
«
una aseveración de lo que no es y
no de lo que es,
» |
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Como
señalaba Krishnamurti: "llegamos
a lo que es verdad por la negación de lo falso".
O dicho de otra manera, "desechando lo que es
falso la verdad se manifiesta". Nosotros aquí
vamos a insistir, no en vano, este compendio, ayudado
de aquellos que hablan de lo mismo aunque expresado con
otras palabras y desde diferentes perspectivas, y seguro
que en muchos casos tal vez con una mayor claridad de
la que aquí arribamos, está circunscrito
a poner de relieve el espejismo de centricidad
que padecemos, el cual, precisamente, por lo antiguo y
persistente que lo hemos hecho, pareciera que nos cuesta
mucho ver que es de donde surge toda la divergencia. Ahora
nos movemos en el pensar fragmentado, separado, dividido.
Desde luego que ciertamente no podemos postular la verdad
absoluta, y nos podemos, y de hecho nos "debemos",
centrar en desvelar lo que es falso. Pero para que entremos
en "comunión", los seres humanos,
precisamos aprender lo que es el pensamiento participativo,
"pensar juntos", ya que es desde ahí,
desde esa unisonidad, de la que descubriremos, conjuntamente,
lo falso que no nos permite sintonizar con la verdad conjunta.
Fluyendo en ella, dudamos de que entonces precisemos definirla
o explicarnos qué es lo que ella es. Ya que en
la sintonía hay sincronicidad y fluidez. Y ese
campo infinito por sí mismo manifiesta la interrelacionalidad, premisa substancial en la que vivimos, aunque ahora se
encuentre precisamente atrofiada, interrumpida. Esto hay
que entenderlo muy bien, pues la interrelacionalidad implica
diversidad sin límites, que es precisamente otra
de las cualidades que en el ser humano se pone de relieve,
y por cierto, es por nuestra falta de comprensión
de la diversidad por la que tenemos nuestras vidas atrapadas
en el escalafón y la lucha, la violencia. ¿Puede
quedar claro definitivamente con esto la contradicción
que nos domina, centrándonos entonces en resolverla? Lo Desconocido «
aquello que escapa permanentemente a la simbolización y amenaza en todo momento cualquier pretensión
de certidumbre.» |
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Indudablemente,
lo DESCONOCIDO. No se le puede poner nombre, ni
ser pensado, ni mucho menos explicado. Pero sí
podemos comprender algo cuando tenemos un "atisbo"
de ELLO, por intenso o fugaz que fuera. Cuando
uno lo siente en sí mismo; la delicadeza, la sensibilidad
y el cuidado, toman la relevancia, y de ahí, surge
el extraordinario "afecto" hacia el mundo, hacia
nuestros semejantes, hacia todos los animales e incluso
hacia las cosas, hacia el universo completo. En la inocencia
no existe ni el convencimiento ni la incertidumbre. Por
otro lado, hemos de darnos cuenta del hecho de que sin
la duda, sin un estado de continuo cuestionamiento,
no es posible "aprender nada". Y por otro lado
si uno se siente satisfecho porque cree que ya ha encontrado
aquello que lo "concuerda anímicamente con
la vida", que ya ha encontrado la verdad que lo tranquiliza,
entonces ya está muerto. No puede descubrir nada,
no hay abertura hacia lo nuevo en el ahora. Lo que sé
no me deja ver lo nuevo. Por cierto, esta sugiere ser
otra de las constantes creacionales, la continua "aprehensión" de la vida. ¿No será la total observación
de "una mente armónica" en la atención
de la completa incertidumbre donde se encuentra la seguridad
absoluta? La ineludible incertidumbre
«
En adelante, cualquier intento de dotar de
sentido a la vida y explicarla, debe reconocer su
incompletud, su falibilidad y la ineludible incertidumbre
que mora en su mismo centro.» |
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¡Absolutamente! ¿Y
no es esto una verdad incuestionable? ¿Un hecho
a partir del cual sostenernos conjuntamente? Por cierto
que aquí no hubiéramos utilizado el término
"centro", a tenor de lo que en estos apuntes
estamos incidiendo, claro. Quizá, "que mora
en su misma base". Pero vemos el contexto y que
es meramente una cuestión de léxico. Aún
así, ¿tiene la vida ningún centro?
Y quizás, la mejor manera de expresarlo sea diciendo
"incertidumbre que mora en la primigenia
fuente". Pues piense el lector en esto: Si
el propósito creacional ya sabe cómo serán
las cosas, que es lo mismo que decir "cómo
siempre estarán siendo", ¿qué
exaltación de lo nuevo puede entonces
discurrir en el flujo creacional? La "ineludible
incertidumbre" morará siempre en el humano,
pues es base consustancial en la completa creación,
¿qué "gracia" habría
en algo que ya se sabe cómo será siempre?
La incertidumbre es una cualidad humana, pero "heredada"
de la propia incertidumbre que ya subyace en la propia
creación. Incertidumbre que se evidencia por
el perpetuo cambio siempre a lo nuevo. A todas luces,
no nos podemos eximir de ella. Y en lugar de padecerla,
que es lo que ahora nos ocurre como humanidad, hemos
de aprender a despertar el gozo que en ella hay implícito,
ya que sin incertidumbre no hay creación
posible. Pero, ¿cómo un cúmulo
psíquico que se está forzando
en cada momento a ser algo determinado en el tiempo
puede atender siquiera a la incertidumbre creacional?
El Misterio
«En
palabras de Morin
"hace surgir
en su corazón mismo el misterio"» |
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¡Ah,
qué alegría! No somos los únicos
que percibimos el MISTERIO implícito en
la vida. Aquí diríamos que "el misterio"
se encuentra "ahí" tanto si existe
un "percibidor" para denotarlo, como si no hay
ninguno. Lo que ocurre es que esto se hace evidente a
partir de que surge un percibidor, como por ejemplo, el
ser humano, que lo pone de relieve. No sentimos que sea
el conocimiento de ningún tipo que manifiesta este
profundo misterio que inunda tanto a la mente como al
corazón, y que a medida que lo reflexionamos, lo
desplegamos abriéndonos a la dilucidación
sentida de ello, sugiriera que es precisamente ese "misterio" que jamás descifraremos, de donde surgen la exaltación
del "alma" y de la belleza. (Entendiendo alma
como la primigenia energía pura "nodificada"
que nos impulsa). Cuando ese sentimiento de misterio se
desborda sin oportunidad de retenerlo de ninguna manera,
y "uno" se abandona a él por completo,
al descubrir lo falaz de cualquier intento por domarlo,
de ahí emana el sentimiento "de estar en
el hogar", de haber estado siempre aquí,
de no venir ni ir, sino que jugar extasiándose
a ser perpetuo flujo creacional palpitante, es la alegría
y el gozo de ello. Esta indescriptible "llama"
nos corresponde a todo ser humano, pero cuidado, ahora
el ego-céntrico está impidiendo
que discurramos en ella. De otra manera, es imposible
acceder al sentido de "humanidad" que
ahora tenemos anquilosado, sin el cual, como es obvio,
no puede acontecer un nuevo mundo fluyendo en esa gloria. Del misterio a lo desconocido
«Sigue
Morín "Se abre [el conocimiento] ante
lo desconocido,
"»
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¿Puede
abrirse el conocimiento, en ese sentido de percepción?
Más bien diríamos: se abre "la mente",
al desembarazarse precisamente del conocimiento. ¿No
es la mente sin centro alguno la que percibe lo desconocido?
¿Por qué, "frente", a lo desconocido?
Siendo los seres humanos una rama más del exuberante
árbol creacional que es el completo universo, inseparables
de él, en nosotros mismos está implícito
lo desconocido, ¿cómo es que ahora no nos
sentimos "ello" si somos "eso"?
El centro psicológico, que cree sentirse configurado,
proyecta en la mente, descendiendo por todos los circuitos
psicofisiológicos del organismo completo, una idea-sentimiento
que haciendo de "interruptor" separa
la totalidad de lo desconocido de esa pequeña parte
que se cree conocida a sí misma, el ego-céntrico. Esto se hace desatendiendo al hecho que lo conocido, lo
limitado, está siempre abrigado por lo desconocido,
lo ilimitado. De hecho, lo conocido emerge de lo desconocido. Diálogo, pero no debate.
«
forzándonos a abrir toda postura al diálogo
y al debate para lograr acuerdos.
"» |
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Indudablemente,
pero, ¿forzándonos? Llevándonos "naturalmente" sin esfuerzo alguno, pareciera ser lo correcto, al constatar
como verdad "la unilateralidad del conocimiento
y los valores". No sólo se hace necesario,
sino que es motivo de gozo, cuando tenemos noción
de que en la verdad discurrimos conjuntamente. Pero hacerlo
implica estar de continuo fluyendo, y eso es lo que trae
la continua duda y cuestionamiento. Hemos de llegar
a ese "unísono entendimiento" a través
del diálogo, la comprensión y la verdad.
Entonces desde la comprensión no hay esfuerzo alguno
pues la acción fluye naturalmente desde ella. Es
el estado de incomprensión el que produce
de continuo este lacerante esfuerzo, además "sobreañadido", ya que la creación no precisa de empuje ninguno
para seguir su curso. Es el ego-céntrico
que en sí mismo es la resistencia a través
del esfuerzo. En la misma forma, ahora no sabemos lo que
es vivenciar una mente única, en todo lo que hacemos
nos sentimos separados. Es por esto que
debemos insistir en ello, obviamente diálogo,
lo único que conduce a la sintonía, pero
nunca debate. Debatir es lo que hacemos
ahora en el mundo, y hemos de ver a donde nos está
llevando, precisamente a no conseguir jamás ese acuerdo
que precisamos para sintonizar en la unisonidad
que en realidad es la base que somos. Desde otro punto
de vista, cuando el pensamiento participativo fluye, no
es que se llegue a un acuerdo, que por regla general es
algo "inventado", sino que se sintoniza
en la verdad conjunta que ya se encuentra "ahí"
antes de que nosotros arribemos a ella. El acuerdo implica
partes que deben unirse, y la verdad conjunta nos lleva
a hacer evidente la latente "unisonidad"
ya existente. (30/07/09). Del niño a la inmensidad creacional
«
y nos arroja, como al hipotético
primer hombre, a un mundo espectral de fantasmagorías
inciertas e inaprensibles en el que reinan la
angustia y el desamparo,
"»
|
|
Este
hipotético primer hombre lo podemos ver como un
niño, y
¿teme el niño a la nada,
aún la "fantasmagorías inciertas
e inaprensibles" que descubre en "su"
mente? Por otro lado, ¿no es "la angustia
y el desamparo" resultado exclusivo de lo que ahora
anida en nuestro cerebro, desconectado de la totalidad
de la vida? Pero si precisamente es el hecho de que
existe lo infinito lo que da tranquilidad a la mente.
El abismo incapturable es el "hogar".
La nada es la madre. Hablamos de la mente, no de las necesidades
físicas. La incertidumbre es la esencia del acto
creacional vivo. Es a través de ella que surge
lo nuevo. Aquellos que se dedican a las artes, (aunque
todo en la vida es un arte), entienden esto que aquí
se apunta. En el acto creacional está implícito
lo nuevo, que siempre es incierto. Se hace cierto una
vez hecho. Pero lo hecho es lo que muere y lo nuevo es
lo que nace. Lo que surge siempre es incierto. De nuevo,
hablamos de la mente, no de lo físico. De continuo
se pone de relieve; el ego-céntrico
quiere saber qué le pasará mañana,
quiere tener atornillado el tiempo, y cree que ahí,
conociendo lo acontecido y lo por llegar, no habrá
peligro alguno. En el fondo es una respuesta animal trasladada
a lo psicológico, cuando ambos flujos, lo animal
y el psicológico, no son dependientes cuando el
cerebro discurre en la atención del flujo. Sin
embargo, el ego-céntrico no se da
cuenta que teniendo toda su atención puesta en
ese mapa de acontecimientos "prefabricados",
no deja que el pasado se diluya, y fuerza al futuro a
su predilección, pretendiendo conocerlo, así
impide que lo nuevo pueda producirse. Esto es hasta lógico-matemático. Y esta situación aún se complica, ya que
al carecer de la vitalidad que lo nuevo lleva consigo,
se queda atrapado en la fijación del tiempo, que
no es algo vivo. Disociarse de lo vivo, como es evidente
y se pone de manifiesto, le produce angustia desde variadas
perspectivas. Pero esto es lógico, las aguas que
no discurren terminan pudriéndose, o en el mejor
de los casos evaporándose. Uno sólo ha de
prestar atención a cuando en él fluye la
vivencia del gozo de la vida, y descubrirá que
es ahí precisamente cuando el tiempo está
abolido, y que la vivencia "directa" no tiene
centro. En la nada no existe desamparo ninguno.
Si se le hace difícil al lector captar esto, diríjase
a un acantilado bien poblado por árboles y pájaros,
desde el que pueda contemplar el horizonte del inmenso
océano, viendo más allá las innumerables
estrellas. En ese acto de silencio y vacuidad en la observación
de lo natural, tendrá un atisbo de ello. (01/08/09 - 02:01:36 a.m.). Aclaratoria
fe y creencia
«Para
ello debemos introducir el trabajo productivo/constitutivo
de la creencia y de la fe. Las cuales, más
allá de su sentido religioso, son imprescindibles
y consustanciales al hombre.» |
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No.
Y siento ser tan rotundo, Mauricio, pero este punto
es muy importante. Desde luego no personalicemos, pues
de algo que nos atañe a todos estamos hablando.
O bien utilizamos las palabras "creencia"
y "fe" con distintos significados,
o aquí hay algún mal entendido, sobre todo
a tenor de que tu paso en la deliberación que llevas
a cabo en el texto manifiesta racionalidad por los "cuatro
costados". Señalar que no hay intención
de descalificar a nadie, pero sí expresar cómo
siento esto poniendo en el ánimo que pueda abrirse
la mente, pues es seguro que si lo discutiéramos
más de cerca llegaríamos a la verdad
conjunta sobre la fe y la creencia.
¿El trabajo productivo/constitutivo de la creencia
y de la fe? Uno se ha de dar cuenta de lo reacio que se
torna a escuchar cuando sus convicciones pueden ser tambaleadas
o derrumbadas, o sus puntos de vista son trastocados.
Razón por la que hemos de mantenernos partiendo
con completa ausencia de conclusión alguna. Nos
pareció en principio que esta declaración
era un intento por no excluir en los razonamientos a aquellos
que precisan sostenerse en la fe y en la creencia, una
cosa así hasta cierto punto comprensible por su
buena intención, aunque igualmente deberíamos
aclararla, pero a tenor de la aseveración esgrimida,
parece aflorar un grave contrasentido, al que debemos
abrirnos, desde luego si lo que precisamos es conectar
con los hechos. Aquí no sentimos que la creencia
y la fe sean productivas, aunque sí se nos hace
obvio que entre ellas dos sí son constitutivas,
pero el trabajo en el "diálogo sintonizador"
de la mente, no puede venir sin excluir por principio
todo tipo de creencia con su fe adherida. Los hechos acerca
del comportamiento humano sujeto a sus creencias
y la abismal división que creamos lo ponen de manifiesto.
Hemos de discurrir en los hechos, esa es nuestra
inicial premisa de "contacto". Ahora,
a ver si podemos explicarlo claramente para que todos
podamos entenderlo. Todos, incluidos el actual lector
y los dos escritores aquí involucrados. Creencia
Por ejemplo: "uno no cree
que lleva un reloj en su muñeca", (en caso
de que lo utilice). Tiene realidad, sabe, que lleva
un reloj en su muñeca. El Sol está ahí,
es un hecho evidente, y eso uno no lo siente como una
creencia. No creemos que nos estamos escuchando a través
de unos textos, sabemos, tenemos realidad y certidumbre,
de que lo estamos haciendo. No "creo que debo alimentarme",
es un hecho que debo hacerlo, incluso lo hacemos sin
planteárnoslo. Los ejemplos son interminables.
¿Esto donde nos lleva? Únicamente creemos
aquello de lo que no tenemos evidencia. Eso es creer;
un supuesto que puede ser más o menos acertado,
pero que no tenemos constancia de ello, no es un hecho.
No se puede "creer un hecho".
El
hecho únicamente podemos comprenderlo, o de él
quedar ciegos sin verlo. Obsérvese que aquello
que creemos pudiera convertirse en un hecho, entonces
dejaríamos de creerlo, para pasar a comprenderlo.
Si acordamos conjuntamente este significado a lo que
denominamos creencia, entonces queda claro
que la creencia es algo "imaginado", una "suposición"
que no es un hecho, y difícilmente podemos sostenernos
en algo tan endeble. Aun lo falso o verdadero que pudiera
parecernos. Las suposiciones son muy buenas para indagar,
como medio de la investigación discursiva, pero
no pueden tomarse como resolución de lo desplegado
y comprendido a raíz de ellas. ¿Cómo
podríamos evidenciar que la creencia es constituyente
del ser humano? ¿Únicamente porque ahora
la mayoría se aferran a las creencias? Indudablemente
ahora lo general es sostenerse en la creencia, y así
nos va en conjunto. Pero en cualquier caso, ¿no
comienza ello con la facultad del cerebro de poder crear
símbolos e imágenes acerca del mundo que
lo envuelve tanto del que siente como interno, ideas
de las cuales también utiliza para fabricar sus
imaginaciones? La idea, el pensamiento, hace la función
de espejo, a través de él se refleja la
realidad en el cerebro. Pero la realidad es una cosa,
y el reflejo de ella en el cerebro es otra. Para cuestiones
prácticas, físicas, al cerebro le va muy
bien esta característica, pero para cuestiones
trascendentales, (la vida es un proceso trascendental),
precisa un contacto directo con los hechos, y no a través
de un reflejo. La creencia, incluso, es todavía
menos que un reflejo, es una acomodación psicofisiológica
idealizada para no sentirse perturbado. Es a raíz
de esto, que tomar la creencia como verdad y sostener
la vida en ella, incluso hacerlo por falta de cualquier
otra cosa, conduce al desorden, al desequilibrio, y
psicológicamente, al autoengaño, del que
se produce la interrupción en las relaciones.
Ahora es como tenemos el mundo organizado: creencias,
oposición a causa de ellas, y denigración
humana. No siento que esto pudiera negarse.
Son las creencias las que nos llevan a la explotación
económica y a la guerra física y psicológica.
Ahora, pareciera consustancial al ser humano la creencia,
exactamente al mismo nivel que aparenta ser consustancial
el ego-céntrico; él está
ahí sólido casi como los huesos. Pero
ambas "ideas" son meras proyecciones
sin vida propia aunque ahora afecten tan lacerantemente
a la propia vida.
Fe El
cerebro puede hacerse el tonto consigo mismo, y cuando
ha desarrollado una creencia que lo sustenta, en la que
encuentra eso que llama seguridad, certidumbre,
aunque en la superficie no quiera verlo, muy en el fondo,
(procedente de la "propia" primigenia
fuente), existe un atisbo de que esa imantación
con el "credo", con una idea,
es falsa, entonces, para auto-impedirse
el dejar de tenerla, crea un mecanismo psicofisiológico
muy potente, que es lo que llama "la fe".
Desde luego que este sentimiento que así denominamos
proviene de muy diversas causas que podríamos referenciar,
pero con esta que acabamos de plantear tendremos suficiente.
Así, la fe es una "veneración
vehemente", con presunción racional,
y con un caudal de sensaciones físicas y mentales,
de las que uno se siente seguro y reconfortado. La "fe
acérrima" se oye en ocasiones. No
es más que un proceso "físico-químico"
para que la creencia pueda sostenerse como verdad por
ella misma. Y de ello el cerebro se sienta reconfortado
y sin incertidumbre ninguna. O sea, (y no hay intención
ninguna de herir a nadie, por favor entiéndase
bien esto), la fe es una triquiñuela de autohipnosis.
Los sentimientos que la fe, una vez incubada y "fabricada",
(no se nace con ella), generan acerca de la creencia a
la que se la asocia, (pues van juntas, no hay fe sin creencia),
son tan potentes y "alucinatorias", que el cerebro
lo vive como si de una "auténtica realidad"
se tratara. Hemos de matizar aquí, que la fe no
se circunscribe a cuestiones religiosas solamente, sino
que todo el espectro de realización del ego-céntrico está afectado por ella. Los mismos terroristas
o las mafias, por ejemplo, que no se avienen al diálogo
abierto, al igual que muchos gobiernos dictatoriales y
grandes magnates auto-egolatrizados, tienen la "fe" puesta en eso que hacen. Ya que incluso cuando la creencia
se admite socialmente como algo irrevocable en la persona,
(cuando no lo es), por otro lado postulando que no se
puede vivir sin tener alguna creencia, la fe, como un
bálsamo de profunda sensación en la suntuosidad,
viene a reafirmarla. Entonces, por la creencia y con la
fe, podemos guerrear, matarnos, en el peor de los casos,
y en el mejor, soportar que vivamos separados como unos
extraños de los que hemos de cuidarnos, "pues
el que no tiene mi propia creencia puede destruírmela", incluso, por muy grande que sea mi fe. Esperanza
La creencia y la fe, véase
esto, son fundamentos del ego-céntrico.
Se dice "yo creo, tengo mi fe".
No existe la creencia fuera de uno mismo, al igual que
no existe la fe. Obsérvese además, que no
existe creencia ni fe que no parta o arribe de una manera
u otra a la "esperanza". Pues
toda creencia con su fe, no cobijan más que la
esperanza de un fin propuesto. Esto se hace extraordinariamente
curioso, pero lo que se hace espeluznante, es que la psique
no se dé cuenta de cómo se "toma el
pelo a sí misma" identificándose con
los contenidos retenidos en el cerebro, en formato de
fe en su creencia. Ya que hemos de ver que la propia palabra
esperanza lo dice: "estar esperando algo que
ocurrirá en el futuro". La creencia
se manifiesta con la esperanza en que las cosas son y
serán de una determinada manera, en concordancia
con la creencia. Toda creencia te ha de llevar a algún
lugar o estado que en el ahora no existe. Y como esto
es un estado de espera, del futuro que ha de llegar hasta
el presente, pudiendo entonces el cerebro fácilmente
dejar de prestar atención a la creencia, pues todavía
no es algo que verdaderamente esté ocurriendo,
se inventa la fe, que a través de la autosugestión,
exalta las emociones y los sentimientos, de forma que
entonces la creencia simula ser algo vivo
en el ahora. Lo simula, pero no es más que un acto
de ilusionismo producido por esa fe a modo de narcótico
estimulante. Los humanos, por lo general y en la mayoría,
vivimos esperando que algún día
seremos un "poco mejor", (curiosamente
dudamos de que lleguemos a ser buenos del todo), mientras
tanto, las crisis que no nos dejan vivir la vida, únicamente
las paliamos viviendo en un estado neurótico, esperando
dejar de estarlo. Creer/no-creer, ¿o discurrir en los hechos?
Para
el que no cree ninguna razón es suficiente,
para el que cree, ninguna es necesaria» |
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¡Qué bella es, (lo
que aquí tentativamente venimos denominando),
la "psico-matemática"! Y esto aún
cuando Mauricio inserta esta declaración
referenciándola desde una perspectiva "religiosa".
Haga el lector el experimento, tome todas sus creencias
y manténgalas fuera del enfoque y de la atención,
y en ese estado, discurra reflexionando a través
de los hechos, dejará de existir la dicotomía
que "creer/no-creer" tiene implícita.
Podemos aquí apuntar la segunda parte del titular
que está contribuyendo a desplegar todas estas
reflexiones: "cómo enfrentar el antagonismo
radical". Precisamos insistir; el antagonismo
radical es la "irracionalidad pura",
si es que podemos calificar lo irracional como esencia
de algo. Ya que lo irracional únicamente se manifiesta
cuando hay carencia de racionalidad, y ésta sí
es en sí misma una "substancia" pura:
lo racional, que impregna materia y mente desde la inteligencia
profunda. Ahora bien, el antagonismo, del tipo que
sea, hemos de partir de la premisa de que siempre proviene
de algo que en sí mismo es falso. Indudablemente,
afirmamos esto, trascendido "el animal" y
discurriendo por ello en la inteligencia de la mente.
La inteligencia discurriendo a través de los
hechos, siempre pondrá la evidencia de causas,
almacenadas en forma de recuerdo, creencias y conclusiones,
de las que el antagonismo se produce al confrontarlas
con otras que apuntan a diferentes direcciones. Si a
ese sentir antagónico por ideas contrapuestas
le adherimos además toda la carga emocional que
el ego-céntrico cultiva, que es
lo que ahora se hace, entonces ya tenemos borboteando
el odio y todo lo que de él se
desprende. Indudablemente, es nuestro trabajo y "deber"
trascender "la antagonía" en la que
ahora discurrimos "conjuntamente", pero esto
no ocurrirá por el simple anhelo de desearlo.
Para tal dilucidación precisamos comprender cabal
y claramente lo que ahora está impidiendo la
sintonía.
"Y Dios nos persigue
por todas partes"
«
creencia en la existencia de Dios
»
|
|
El
ego-céntrico, un "centro creado",
precisa un "centro creador", Dios. Una proyección,
proyecta una proyección mayor. Se nos ocurre pensar
en este momento, que los que creen fervientemente en Dios,
se les hará muy difícil leer estos textos,
¡Ojalá que no! Cuando muy posiblemente son
ellos los que deberían prestarle mayor atención.
En igual medida, aquellos que no creen, en definitiva,
todos aquellos que tienen acérrimas creencias e
imperturbable fe, sea en lo que fuere que las sostienen.
Ya que ambas cosas provienen desde muy antiguo, y ellas
no nos han sacado de nuestra padeciente paradoja. Cabría
preguntarse ¿cómo es que no tenemos fe
ni creemos que el ser humano podamos hacer
de la vida algo inteligente, vivenciar y compartir conjuntamente
su maravilla, en lugar de impregnar la vida con la ignorancia
que ahora manifestamos? El ego-céntrico
es un sentimiento psicofisiológico inducido agresivamente,
de forma que se solidifica hasta el punto de aparentar
ser real, todavía más cuando él mismo
"se siente hasta las vísceras".
Un cerebro libre de cúmulo psíquico,
discurriendo en él una mente sin espejismo
de centricidad alguno, ¿puede proyectar
la idea de dios, o el sentimiento de Dios? Para vivenciar
"esto", uno debe saber por sí mismo lo
que es un cerebro libre de la "incrustación"
del centrismo, y esto no puede ni imaginarse ni pensarse.
(30/julio/09). Del sueño a la Inmensidad sin horizontes
«
la
transustanciación de la percepción
fenoménica de la realidad ya opera en nosotros
a partir del momento en que nos vemos obligados
a aprehender, comprender y experimentar nuestro
alrededor simbólicamente
» |
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Atiéndase
a cómo se ha de leer esta declaración, despacio
y sintonizando con el hecho fundamental que ella apunta.
La primera cualidad a la que nos retrotrae, es prestar
atención al estado del niño, pues
aún cuando en él ya transcurre la "percepción fenoménica de la realidad", tanto la
obligación como la simbolización de la realidad no existen todavía, pues van tomando
forma en la medida en la que el medio en el que el niño
se desarrolla se lo va "insuflando".
A la par, cometiendo un error terrible, que es eliminar
esa noción primigenia donde no hay obligación
ni simbolización ninguna, o sea libertad pura
y percepción directa con lo envolvente.
Podríamos decir, "anulamos al niño".
Los focos en la mente del niño se van creando por
entrenamiento, no vienen con él en el cerebro.
Aprender y comprender de nosotros mismos y de nuestro
alrededor, de las relaciones entre todas las cosas, no
podemos entenderlo como una obligación, en la misma
forma que no entendemos como obligación comer o
dormir. Son cualidades
El modo exacto de estar en el Mundo o cómo enfrentar la antagonía radical
por
Mauricio Márquez
Murrieta |
que discurren naturalmente provenientes de lo creacional.
En igual medida "simbolizar" la realidad, que
en sí mismo no conlleva desorden ninguno, proviene
del mismo fondo. Pero mírese de cerca el funcionamiento
de esto: "forzamos" al cerebro
a "identificarse" con sus símbolos además de con sus emociones, lo "obligamos".
Y esto lo hacemos al mismo tiempo que le suprimimos la
cualidad de la inmensidad sin horizontes, innata
en el niño. Esta cualidad la "reprimimos"
totalmente. Para cuando nos damos cuenta, la divergencia
se ha hecho tan grande, que casi se nos hace imposible
retornar al orden correcto, y esto si es que en alguna
forma recordamos que él existe dándonos
cuenta de que ahora fluimos en el orden incorrecto. Entonces
creemos que "entrenándonos" con
la práctica de alguna actividad o estudio podremos
conseguirlo. Sin embargo, la acción que "conmuta"
entre el "estado de sueño"
que es encontrarse atrapado en la obligación y
el símbolo, con el estado de "inmensidad
sin horizontes", ni centro alguno obviamente,
de un interruptor se trata. No existe graduación
o puente entre ambos estados, y únicamente la comprensión
es la energía motriz que lo acciona. (15/10/09).
RICO PAR
(Fechas interior
texto)
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