Meditaciones Fuera del Tiempo |
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¿Meditación? (...) «¿Qué es, entonces, la meditación? La meditación es
por cierto comprensión, la meditación del corazón
es comprensión. ¿Cómo puede haber comprensión
habiendo exclusión? ¿Cómo puede haber
comprensión cuando hay ruego, súplica? En la
comprensión está la paz, la libertad; quedáis
libres de aquello que comprendéis. Pero el mero hecho
de concentrarse o de orar no trae comprensión. La comprensión
es la base misma, el proceso fundamental de la meditación.
No tenéis que aceptar mi palabra al respecto; pero
si examináis la oración y la concentración
con mucho cuidado, a fondo, hallaréis que ninguna de
ellas trae comprensión. Sólo conducen a la obstinación, a la fijación, a la ilusión. Mientras que la
meditación, en la cual hay comprensión, trae
libertad, claridad e integración.» (...) «La
meditación es el principio del conocimiento propio,
y sin conocimiento propio no hay meditación. Porque,
si no comprendo las modalidades de mis pensamientos, de mis
sentimientos, si no comprendo mis móviles, mis deseos,
mis exigencias, mi busca de normas de acción, que son
ideas; si no me conozco a mí mismo, no existe base
para pensar. Y el pensador que sólo pide, ruega o excluye,
sin comprenderse a sí mismo, tiene inevitablemente
que terminar en la confusión, en la ilusión.» (...) «
Si realmente deseáis conoceros a vosotros mismos, escudriñaréis vuestro corazón y vuestra mente para conocer su pleno
contenido; y cuando exista la intención de conocer,
conoceréis. Entonces podréis seguir, sin condenación
ni justificación, todo movimiento del pensar y del
sentir, y siguiendo todo pensamiento y todo sentimiento a
medida que surge, realizaréis una paz que no será
producto de la voluntad ni de la disciplina sino el resultado
de no tener ningún problema, ninguna contradicción.
Es como el lago que se vuelve apacible, sereno, cuando al
caer la tarde ya no sopla el viento; y cuando la mente está
serena, aquello que es inconmensurable se manifiesta.»
Éstos
son tres escuetos fragmentos de la extensa respuesta de J.
Krishnamurti a la pregunta que le hace un interlocutor:
"¿El anhelo que se expresa en la oración
no es un camino hacia Dios? En ella comienza su reflexión
relacionando oración, concentración
y meditación para ir desvelando sus importantes
diferencias, al tiempo de incidir en el conocimiento propio
como la única vía que conduce a la sintonía
con la manifestación de lo inconmensurable,
la "Base Creacional" en la que todo fluye.
El lector encontrará el completo texto titulado "Oración
y Meditación" en el libro de
J. Krishnamurti "LA LIBERTAD PRIMERA Y ÚLTIMA". Prefacio de Aldous Huxley.
Título original en inglés: THE FIRST AND LAST FREEDOM.
©1975 K & R Foundation, Ojai, California.
Editado en España por EDHASA - Editora
y distribuidora Hispano Americana S.A. 1979. Traducción
de Arturo Orzabal Quintana Foto: portada
del libro, diseño de Julio Vivas.
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La
Base Creacional
manifiesta a través de meditaciones fuera
del tiempo. |
Relacionados
sin hacer comparaciones. Reunimos
aquí a tres "autores" de los que
nos parece existen ciertas analogías y sutiles
paralelismos en cuanto a lo que ellos refieren, a
la vez que en sus maneras de utilizar el diálogo,
aún las importantes diferencias que se descubren
entre ellos sin necesidad de compararlos. Lo planteamos
conscientes de que al hacerlo podemos caer en algo
muy desequilibrado, pero confiamos que al terminar
este apunte, hayamos encontrado la intuición
que nos lleva, aunque sólo sea momentáneamente,
a agruparlos. Se nos hace ahora inverosímil
el intento, pues relacionar los tres órdenes
nos conduce a un campo de interrelacionalidad
muy hondo: el ser humano nos estamos desplegando
en el completo "ancestro"
creacional, y éste para sentirlo
se precisa una mente capaz de ir más allá
de la medida. Lo que más nos mueve a asociarlos
en este momento, es sentir que los tres hablan desde
la profundidad, aunque desde diferentes "estratos", niveles que no hemos de entender como si de escalafones
tratáramos, pues más bien hay que sentirlo
como algo imbricado entre sí pero a distintas
intensidades relacionales. Don Juan habla desde
el ancestro "biológico natural",
Tuiavii desde el ancestro de la "inocencia
natural", y Krishnamurti, desde el
ancestro de la "pureza de la inteligencia".
Reconocemos que esto puede ser muy discutible, pero
nos permite destacar tres cualidades interrelacionadas,
(entre la infinidad de las que manifiesta), de la
Base Creacional en la que todo se encuentra
emergiendo: lo biológico, subconsciente, la inocencia, la energía pura
que alimenta lo biológico,
y la inteligencia, cualidad que establece
y manifiesta todas las relaciones. Es cierto que entre sus enseñanzas encontraremos
puntos divergentes o contrarios. Pero si algo ponen
los tres de manifiesto que nos permite aquí
relacionarlos, es que de continuo al escucharlos se
atisba, se perfila, el flujo creacional como base,
fondo y primer plano, de aquello a lo
que están señalando. A través
de sus "meditaciones", los
tres ponen de manifiesto la Base Creacional
en donde todo fluye, y coinciden de la misma manera
en señalar que Ella es lo fundamental
desde el principio hasta el fin para el ser humano.
Carlos
Castaneda, guiado por las enseñanzas
de Don Juan, abre el mundo del
subconsciente ayudado de plantas específicas,
con el fin de entrar en conexión
con el flujo creacional hacia el cual
ahora estamos dormidos. Hongos, afección
psicofisiológica que producen,
y la obertura del subconsciente, todo
ello un substrato biológico para
vivenciar la totalidad multidimensional
que es el flujo del ahora. Debemos
aquí matizar, que todo el proceso
le conduce a descubrir que en último
término debe trascender el substrato
biológico, pues es la mente la
generadora de la materia. Esto implica
que hay que mantener el organismo altamente
sensible para que el cerebro pueda sintonizar
con la multidimensionalidad creacional.
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Carlos Castaneda
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Tuiavii
de Tiavea, después de visitar
por un cierto período de tiempo
la Europa de principios del siglo XX,
descubrió la descomunal trampa
mental en la que vivían los papalagi,
los hombres blancos, denotando de ello
por contraste la inocencia natural en
la que él y sus compañeros
samoanos fluían en el pacífico
decurso de la vida. Esta frágil
inocencia natural es muy difícil
de comprender por un papalagi. La mente del hombre blanco, del papalagi,
únicamente se centra en dos aspectos:
uno es el de circunscribirse a sí
mismo, y el otro arrastrar a los demás
a ese estado cerrado y confuso, a la
oscuridad de su ignorancia. Pero Tuiavii no desdeñaba
al papalagi, pues se condolía
por él, a través de un
sentimiento de ser humano total, de
que los papalagi se encontraran tan
faltos de la comunión creacional.
¿De qué cualidad puede
fluir la compasión, si no de
la inocencia?
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Tuiavii de Tiavea
foto: Erich Scheurmann
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Jiddu Krishnamurti
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Pasará
mucho tiempo para que volvamos a tener
con nosotros un maestro de la "envergadura"
de Jiddu Krishnamurti. Tal vez
para entonces los humanos hayamos realmente
aprendido, nuestro cerebro haya sanado.
Pero por el momento, el insistente trabajo
que requiere depurar el cerebro del
espejismo de centricidad que lo tiene
hipnotizado, no queda más remedio
que llevarlo a cabo. En esto, la enseñanza
Krishnamurti no sólo es
reveladora, sino que a través
de ella, uno encuentra las "herramientas"
para hacer el trabajo por sí
mismo, que es como realmente el ser
humano podemos disolver el espejismo
de centricidad: a través del
conocimiento propio y la captación
de la verdad por y desde uno mismo.
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Lo vital de la disolución del ego-céntrico
Si
los tres coinciden en poner de relieve lo imprescindible
que es para todo ser humano "sentir"
la Base Creacional, lo Eterno en lo
que todo fluye, igualmente concuerdan en apuntar que
eso es imposible que se produzca mientras el espejismo
de centricidad, el cúmulo psíquico
proyectando la sensación de ego-céntrico,
se encuentre operando. El ego-céntrico se convierte
en un radical impedimento para que esa "comunión"
latente se revele. Es tan extraordinariamente complejo
el estado de una mente silenciosa en la observación,
lo que significa plenamente activa en la percepción,
o sea, el flujo participativo de todo lo que se encuentra
fluyendo, como sencillo es en realidad mutar a ese
estado. Tan sencillo, que ahora nos pasa desapercibido
totalmente. Ocurre que una vez ha sucedido, una vez
la mente ha comprendido, que el tiempo verdaderamente
se ha abolido, es de cualquier modo obvio, ahí
está lo Eterno. La Inteligencia
que discurre la Creación, fluye entonces
en el cerebro, en el completo organismo, puesto que
no existe un centro desde el cual se observe, ni un
centro el cual esté absorbiendo nada. Las ondas
de la interrelación, las ondas de lo envuelto-envolvente,
se extienden hacia el infinito multidimensionalmente,
y como no hay centro, la infinitud con la que juega
lo Eterno se traga el espacio y el tiempo,
entonces, la vibración es Una, solo
Una: el Flujo Creacional borboteante.
Pero esto, el ego-céntrico únicamente
puede imaginarlo, teorizarlo. Para que "esto"
pueda ser vivenciado por el cerebro, por el "ser"
completo, el ego-céntrico ha de haber muerto,
encontrarse absolutamente diluido, esfumado. Lo cual
implica descondicionar, desentrelazar el cerebro del
cúmulo psíquico que ahora lo "insufla".
Esto es en lo que coinciden no sólo estos tres
"maestros", también todos aquellos
que por cualquier camino promulgan y trabajan en esto:
la disolución del ego-céntrico
La curación del espejismo de centricidad
que el cerebro padece.
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