El Mirlo dice el mirlo Espejismo de Centricidad
LENGUAJE
Artículo 2 de 5
Meditaciones Fuera del Tiempo
¿Meditación?
(...)
«¿Qué es, entonces, la meditación? La meditación es por cierto comprensión, la meditación del corazón es comprensión. ¿Cómo puede haber comprensión habiendo exclusión? ¿Cómo puede haber comprensión cuando hay ruego, súplica? En la comprensión está la paz, la libertad; quedáis libres de aquello que comprendéis. Pero el mero hecho de concentrarse o de orar no trae comprensión. La comprensión es la base misma, el proceso fundamental de la meditación. No tenéis que aceptar mi palabra al respecto; pero si examináis la oración y la concentración con mucho cuidado, a fondo, hallaréis que ninguna de ellas trae comprensión. Sólo conducen a la obstinación, a la fijación, a la ilusión. Mientras que la meditación, en la cual hay comprensión, trae libertad, claridad e integración.»
(...)
«La meditación es el principio del conocimiento propio, y sin conocimiento propio no hay meditación. Porque, si no comprendo las modalidades de mis pensamientos, de mis sentimientos, si no comprendo mis móviles, mis deseos, mis exigencias, mi busca de normas de acción, que son ideas; si no me conozco a mí mismo, no existe base para pensar. Y el pensador que sólo pide, ruega o excluye, sin comprenderse a sí mismo, tiene inevitablemente que terminar en la confusión, en la ilusión.»
(...)
« Si realmente deseáis conoceros a vosotros mismos, escudriñaréis vuestro corazón y vuestra mente para conocer su pleno contenido; y cuando exista la intención de conocer, conoceréis. Entonces podréis seguir, sin condenación ni justificación, todo movimiento del pensar y del sentir, y siguiendo todo pensamiento y todo sentimiento a medida que surge, realizaréis una paz que no será producto de la voluntad ni de la disciplina sino el resultado de no tener ningún problema, ninguna contradicción. Es como el lago que se vuelve apacible, sereno, cuando al caer la tarde ya no sopla el viento; y cuando la mente está serena, aquello que es inconmensurable se manifiesta.»

Éstos son tres escuetos fragmentos de la extensa respuesta de J. Krishnamurti a la pregunta que le hace un interlocutor: "¿El anhelo que se expresa en la oración no es un camino hacia Dios? En ella comienza su reflexión relacionando oración, concentración y meditación para ir desvelando sus importantes diferencias, al tiempo de incidir en el conocimiento propio como la única vía que conduce a la sintonía con la manifestación de lo inconmensurable, la "Base Creacional" en la que todo fluye.
El lector encontrará el completo texto titulado "Oración y Meditación" en el libro de
J. Krishnamurti "LA LIBERTAD PRIMERA Y ÚLTIMA". Prefacio de Aldous Huxley.
Título original en inglés: THE FIRST AND LAST FREEDOM.
©1975 K & R Foundation, Ojai, California.
Editado en España por EDHASA - Editora y distribuidora Hispano Americana S.A. 1979. Traducción de Arturo Orzabal Quintana Foto: portada del libro, diseño de Julio Vivas.
La Base Creacional
manifiesta a través de meditaciones fuera del tiempo.
Relacionados sin hacer comparaciones.
Reunimos aquí a tres "autores" de los que nos parece existen ciertas analogías y sutiles paralelismos en cuanto a lo que ellos refieren, a la vez que en sus maneras de utilizar el diálogo, aún las importantes diferencias que se descubren entre ellos sin necesidad de compararlos. Lo planteamos conscientes de que al hacerlo podemos caer en algo muy desequilibrado, pero confiamos que al terminar este apunte, hayamos encontrado la intuición que nos lleva, aunque sólo sea momentáneamente, a agruparlos. Se nos hace ahora inverosímil el intento, pues relacionar los tres órdenes nos conduce a un campo de interrelacionalidad muy hondo: el ser humano nos estamos desplegando en el completo "ancestro" creacional, y éste para sentirlo se precisa una mente capaz de ir más allá de la medida. Lo que más nos mueve a asociarlos en este momento, es sentir que los tres hablan desde la profundidad, aunque desde diferentes "estratos", niveles que no hemos de entender como si de escalafones tratáramos, pues más bien hay que sentirlo como algo imbricado entre sí pero a distintas intensidades relacionales. Don Juan habla desde el ancestro "biológico natural", Tuiavii desde el ancestro de la "inocencia natural", y Krishnamurti, desde el ancestro de la "pureza de la inteligencia". Reconocemos que esto puede ser muy discutible, pero nos permite destacar tres cualidades interrelacionadas, (entre la infinidad de las que manifiesta), de la Base Creacional en la que todo se encuentra emergiendo:
– lo biológico, subconsciente,
– la inocencia, la energía pura que alimenta lo biológico,
– y la inteligencia, cualidad que establece y manifiesta todas las relaciones.
Es cierto que entre sus enseñanzas encontraremos puntos divergentes o contrarios. Pero si algo ponen los tres de manifiesto que nos permite aquí relacionarlos, es que de continuo al escucharlos se atisba, se perfila, el flujo creacional como base, fondo y primer plano, de aquello a lo que están señalando. A través de sus "meditaciones", los tres ponen de manifiesto la Base Creacional en donde todo fluye, y coinciden de la misma manera en señalar que Ella es lo fundamental desde el principio hasta el fin para el ser humano.

Carlos Castaneda, guiado por las enseñanzas de Don Juan, abre el mundo del subconsciente ayudado de plantas específicas, con el fin de entrar en conexión con el flujo creacional hacia el cual ahora estamos dormidos. Hongos, afección psicofisiológica que producen, y la obertura del subconsciente, todo ello un substrato biológico para vivenciar la totalidad multidimensional que es el flujo del ahora.
Debemos aquí matizar, que todo el proceso le conduce a descubrir que en último término debe trascender el substrato biológico, pues es la mente la generadora de la materia. Esto implica que hay que mantener el organismo altamente sensible para que el cerebro pueda sintonizar con la multidimensionalidad creacional.

Carlos Castaneda
Tuiavii de Tiavea, después de visitar por un cierto período de tiempo la Europa de principios del siglo XX, descubrió la descomunal trampa mental en la que vivían los papalagi, los hombres blancos, denotando de ello por contraste la inocencia natural en la que él y sus compañeros samoanos fluían en el pacífico decurso de la vida. Esta frágil inocencia natural es muy difícil de comprender por un papalagi.
La mente del hombre blanco, del papalagi, únicamente se centra en dos aspectos: uno es el de circunscribirse a sí mismo, y el otro arrastrar a los demás a ese estado cerrado y confuso, a la oscuridad de su ignorancia.
Pero Tuiavii no desdeñaba al papalagi, pues se condolía por él, a través de un sentimiento de ser humano total, de que los papalagi se encontraran tan faltos de la comunión creacional. ¿De qué cualidad puede fluir la compasión, si no de la inocencia?

Tuiavii de Tiavea
foto: Erich Scheurmann

Jiddu Krishnamurti
Pasará mucho tiempo para que volvamos a tener con nosotros un maestro de la "envergadura" de Jiddu Krishnamurti. Tal vez para entonces los humanos hayamos realmente aprendido, nuestro cerebro haya sanado. Pero por el momento, el insistente trabajo que requiere depurar el cerebro del espejismo de centricidad que lo tiene hipnotizado, no queda más remedio que llevarlo a cabo. En esto, la enseñanza Krishnamurti no sólo es reveladora, sino que a través de ella, uno encuentra las "herramientas" para hacer el trabajo por sí mismo, que es como realmente el ser humano podemos disolver el espejismo de centricidad: a través del conocimiento propio y la captación de la verdad por y desde uno mismo.
Lo vital de la disolución del ego-céntrico
Si los tres coinciden en poner de relieve lo imprescindible que es para todo ser humano "sentir" la Base Creacional, lo Eterno en lo que todo fluye, igualmente concuerdan en apuntar que eso es imposible que se produzca mientras el espejismo de centricidad, el cúmulo psíquico proyectando la sensación de ego-céntrico, se encuentre operando. El ego-céntrico se convierte en un radical impedimento para que esa "comunión" latente se revele. Es tan extraordinariamente complejo el estado de una mente silenciosa en la observación, lo que significa plenamente activa en la percepción, o sea, el flujo participativo de todo lo que se encuentra fluyendo, como sencillo es en realidad mutar a ese estado. Tan sencillo, que ahora nos pasa desapercibido totalmente. Ocurre que una vez ha sucedido, una vez la mente ha comprendido, que el tiempo verdaderamente se ha abolido, es de cualquier modo obvio, ahí está lo Eterno. La Inteligencia que discurre la Creación, fluye entonces en el cerebro, en el completo organismo, puesto que no existe un centro desde el cual se observe, ni un centro el cual esté absorbiendo nada. Las ondas de la interrelación, las ondas de lo envuelto-envolvente, se extienden hacia el infinito multidimensionalmente, y como no hay centro, la infinitud con la que juega lo Eterno se traga el espacio y el tiempo, entonces, la vibración es Una, solo Una: el Flujo Creacional borboteante. Pero esto, el ego-céntrico únicamente puede imaginarlo, teorizarlo. Para que "esto" pueda ser vivenciado por el cerebro, por el "ser" completo, el ego-céntrico ha de haber muerto, encontrarse absolutamente diluido, esfumado. Lo cual implica descondicionar, desentrelazar el cerebro del cúmulo psíquico que ahora lo "insufla". Esto es en lo que coinciden no sólo estos tres "maestros", también todos aquellos que por cualquier camino promulgan y trabajan en esto: la disolución del ego-céntrico La curación del espejismo de centricidad que el cerebro padece.
RICO PAR (Abril 2009)
 
J. Krishnamurti
La meditación
Publicado en la web
oshogulaab
Referencia de los
Discursos de Tuiavii
por Mariana. En la web
aulaintercultural.org
Carlos Castañeda
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