LA FUENTE |
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Artículo 2 de 3 |
Del Silencio de la Mente |
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All You Need Is Love
- Todo lo que necesitas es AMOR / The Beatles - 1967
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Vídeo en YouTube de la primera transmisión
televisiva mundial de la historia,
Vía satélite, con el programa
Our World (Nuestro mundo) el 25 de junio de 1967.
¿Sabemos lo que
es el AMOR?
Todas las generaciones hemos
cantado al amor. De una forma u otra atribuimos esa cualidad
como primigenia en la creación. Sin embargo, pareciera
que no sabemos bien lo que el amor es. Generalmente se asocia
a la relación de pareja. Y
más burdamente se relaciona con el sexo. Se dice "hacemos
el amor" para referirse al acto sexual. En castellano
se utiliza el verbo "querer" y raramente "amar"
cuando las relaciones no son de pareja, incluso en éstas,
se utiliza también. "Te quiero", que implica
voluntad, deseo, posesión., ¿Cómo podemos
confundir el "querer" con el "amor"? Porque
¿conoce el amor la voluntad, el deseo y la posesión? Sugiere hacerse obvio que hemos destruido la palabra "amor".
La hemos cargado de significados que no tienen nada que ver
con él. Así, andamos sin saber lo que el amor
es. Hay quien lo encuentra tan pueril que ríe banalmente
cuando oye la palabra, como cuando un niño llora al
ver a Papa Noel. Aunque después de reír, en la
soledad, llora por carecer de él, por no "sentir"
amor. El siguiente paso es salir corriendo a buscarlo, a encontrar
ese otro ser que llene el vacío que uno experimenta
sin amor. Y
¿puede otro llenar nuestro vacío?
El amor no es recibir, sólo el ego-céntrico
recibe. Y lo que éste atesora no es amor, pues el amor
no se puede retener. El amor únicamente se puede vivenciar.
No se puede imaginar ni pensar. Es como la energía,
la vemos por sus manifestaciones, pero la esencia de ella
no la podemos capturar ni entender. Cuando el amor "acontece"
es un flujo de inmanencia del nodo-anímico que se extiende
al "exterior",
se vierte en los otros, y no hay vuelta hacia el "interior",
pues el amor no es ni intercambio ni negocio. Donde hay intercambio
y negocio no existe el amor. Es precisamente el interés
propio del ego-céntrico que impide el amor, pues el
foco egoísta que él mismo es, bloquea la fuente
de la inmanencia "interior". Cuando hay amor, no
existe el "interior-exterior", todo es la fuente,
pues es la totalidad que fluye. No nos podemos entrenar al
amor. Pero sí nos entrenamos al ego-céntrico,
que es una forma de exclusión, y donde hay separación,
indudablemente, no puede existir el amor. Sólo podemos
vivenciar el amor, cuando hay silencio, evidentemente, pues
cuando hay ruido, éste solapa cualquier pura cualidad.
El ego-céntrico siempre está llorando persiguiendo
su propio placer y bienestar, su propia realización,
y le es igual cómo está el mundo, a excepción
de la pequeña parte que considera suya. Y es así
como la cultura planetaria está discurriendo, codicia
e interés propio. En esta situación, ¿podemos
hablar de amor? A pie de bandera y cañón, propiedad
y explotación, ¿podemos descubrir lo que el
amor es?
Fotogramas procedentes de la película
"Submarino Amarillo" de The Beatles, (1969),
en la secuencia de la canción "All You Need
Is Love", 1967).
RICO PAR
(Febrero 23, 2010).
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¿Qué
es el amor?
KRISHNAMURTI: ¿Es
posible estar libres de celos y apego?; «¿Por
qué tener un motivo?»; la soledad
me ha forzado a escapar; ¿puede el pensamiento
darse cuenta de sus propias limitaciones?; el
descubrimiento de que la
soledad es creada por el pensar; si hay apego,
no hay amor; al negar lo que no es amor, el amor
existe.
El problema es, entonces: ¿Puede
el pensamiento darse cuenta de que cualquier cosa
que hace es limitada, fragmentaria y, en consecuencia,
aisladora, y que todo lo que haga será
siempre así? Éste es un punto muy
importante: ¿Puede el pensamiento mismo
darse cuenta de sus propias limitaciones? ¿O
soy yo el que le dice qué es limitado?
Veo que es indispensable que esto se comprenda,
ya que es la verdadera esencia de la cuestión.
Si el propio pensamiento se da cuenta de que es
limitado, entonces no hay resistencia ni conflicto;
dice: «Eso es lo que soy». Pero si
yo le digo que es limitado, me estoy separando
de la limitación. Entonces lucho para superar
la limitación; por consiguiente, hay conflicto
y violencia, no amor.
/
Por consiguiente, al negar
lo que no es el amor, el amor existe. No tengo
que preguntar qué es el amor. No tengo
que correr tras él. Si corro tras él,
eso no es amor, es una recompensa. Habiendo, pues,
negado en esa investigación todo lo que
no es amor, habiendo terminado con ello lenta
y cuidadosamente, sin distorsión ni ilusión
alguna, entonces lo otro está ahí.
Proviene
del libro J. Krishnamurti, "Amor,
Sexo, Castidad". Una selección
de pasajes para el estudio de las enseñanzas
de J. Krishnamurti. Del apartado "UN DIÁLOGO
CONSIGO MISMO", Brockwood Park, Inglaterra,
30 de agosto de 1977.
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¿El ruido "yo"
impide el silencio?
¿Podríamos hacer
ciencia para desvelar el espejismo de centricidad operante?
¿Apuntamos a algo significativo cuando decimos la "mente
psico-matemática? Cuando el cerebro hace matemática
ocurre un peculiar silencio, si no, sí un acto de atención
sin centro impidiendo emerger al pasado emocional archivado.
De cualquier manera el discernimiento debe poder ser, después
de haber acontecido, razonado y comunicado. Incluso, por ser
el discernir una sintonía con la verdad, reflejarlo
entonces científicamente. Pero hemos de admitir que
es muy fácil ir dando "palos de ciego" cuando
nos planteamos ya no evidenciar, puesto que lo es por sí
mismo, sino comprender cómo una mera proyección
puede tomar
control del cerebro y de la percepción creando una
realidad, aparentemente, tan contundente como sentimos eso
que ahora creemos que somos cuando decimos "yo".
Realizando una búsqueda
con el término "yo" encontramos, (en Julio
del 2009), un artículo (sin mencionar autor) en relación
a este término donde se despliegan diferentes consideraciones
apuntándolas desde la perspectiva de los estudios realizados
por Sigmund Freud en relación al "yo",
en el que se "tantean" con cierta aproximación
los conceptos de "cúmulo psíquico"
y "ego-céntrico" que venimos utilizando.
Si bien el ensayo está planteado desde una perspectiva
bastante "técnica", en aquel momento que
lo estudiamos nos despertó ciertas anotaciones que
tomamos entonces para desarrollar más adelante, pero
que en este instante en el que las revisamos decidimos insertarlas
en esta página tal como surgieron pues pensamos son
suficientes por sí mismas para que el lector se haga
una idea general de lo que con ellas estamos apuntado. A pesar
de que por el momento dejemos de desarrollar más hondamente
el sentido de insertar aquí el mencionado ensayo y
ciertos aspectos de él relevantes, pero para esto el
lector deberá realizar sus propias consideraciones.
Se siguen dos párrafos del
artículo "yo"
Freud describe el yo como una «organización»
de neuronas (o, traducido al lenguaje menos «fisiológico»
utilizado por Freud en otros textos, una organización
de representaciones) caracterizada por varios rasgos: facilitación
de las vías asociativas interiores de este grupo de
neuronas, catexis constante por una energía de origen
endógeno, es decir, pulsional, distinción entre
una parte permanente y una parte variable. La permanencia
en él de un nivel de catexis es lo que permite al yo
inhibir los procesos primarios, no sólo los que conducen
a la alucinación, sino también aquellos capaces
de provocar
El
"yo" visto por Sigmund Freud
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displacer («defensa primaria»). La catexis del
deseo hasta la alucinación, el desarrollo total de
displacer que comporta un gasto total de la defensa, todo
esto lo designamos con el término procesos psíquicos
primarios; por el contrario, los procesos que sólo
son posibles en virtud de una buena catexis del yo y que representan
una moderación de los anteriores son los procesos psíquicos
secundarios».
Vemos, pues, que el yo no es definido por Freud como
el conjunto del individuo, ni siquiera como el conjunto del
aparato psíquico; es sólo una parte de éste.
Con todo, esta tesis debe completarse, en la medida en que
la relación del yo con el individuo, tanto en la dimensión
biológica de éste (organismo) como en su dimensión
psíquica, es de una importancia privilegiada. Esta
ambigüedad constitutiva del yo se encuentra en la dificultad
de dar un sentido unívoco a la noción de interior,
de excitación interna. La excitación endógena
se concibe sucesivamente como viniendo del interior del cuerpo,
más tarde del interior del aparato psíquico,
y por último como almacenada en el yo definitivo como
reserva de energía (Vorratsträger): hay
aquí una serie de encajamientos sucesivos, que, si
se prescinde de los esquemas explicativos mecanicistas que
Freud da de ellos, inducen a concebir la idea de un yo como
una especie de metáfora realizada del organismo.
Notas RICO PAR Julio 2009
Ello, yo y super-yo. La psique
y el "fractal del psicoanálisis" que se basa
en "pasado" retenido. Acerca del actor de teatro y sus múltiples personajes,
y de como el ego-céntrico únicamente quiere
circunscribirse a uno sólo.
La analogía del imán y los objetos adheridos
a él que camuflan su verdadera apariencia.
El ejemplo de la "histeria";
frente a un sentimiento que uno no es capaz de confrontar,
deja salir un torrente de energía desordenada para
rechazar la presunta fuente que la produce, que es la otra/s
persona/s que se encuentran en la acción, sin asumir
que la fuente es la incapacidad de uno para encarar lo que
le está perturbando interiormente en el momento. Y
así con esto presumir que la causa de tal estado proviene
de lo recibido externo, cuando en realidad, es todo ello un
mecanismo que ha tenido lugar en un sólo cerebro. Pero
su acción se ha desbordado afectando a los otros.
La histeria educada, (los programas televisivos).
Acerca de la errónea idea de comprender la psique
que es uno mismo a través del tiempo (análisis),
paulatinamente
Si los recuerdos del ego-céntrico provienen
de impactos emocionales en el cerebro, que luego se están
restimulando creando desorden, la agitación egocéntrica,
que la psique padece por transportarlos del recuerdo a la
realidad viva obligándole al cerebro a vivirlos como
auténticos en el ahora, o bien otros que han quedado
ocultos, que no son vistos por el consciente, pero que igualmente
se están restimulando en el ahora y operando todas
sus cargas, no es el ponerlos de relieve lo que hará
que no actúen, sino que comprender el propio mecanismo
de estar "grabando" cargas emocionales en el momento
vivo es lo que puede detener el mecanismo de proyectarlos
una vez retenidos. No comprender los contenidos emocionales
pasados y el juicio que el cerebro hace de ellos como "buenos
o malos", sino que comprender el acto de retención
de la carga emocional experimentada en vivo, que el espejismo
de centricidad imanta en el cerebro como una realidad propia
y auténtica.
Acerca de cuando los cerebros
"vibran" en sintonía.
Definitivamente, el "yo"
es ruido.
El ego-céntrico no
sólo se hace evidente cuando se vanagloria frente a
los demás y consigo mismo, también cuando sufre
y se compadece de sí mismo. Ambos "lados"
de sentimentalismo son el mismo estado. Véase que en
este mecanismo de continua reestimulación de emociones
retenidas, agresivamente inducido en el cerebro, es un movimiento
de "ruido" en la mente que impide que el cerebro
sintonice
con el silencio natural que en la mente acontece. Este ruido
que es el espejismo de centricidad en sí mismo no existe,
es como una sombra, pero el cerebro, engañado por una
plataforma de supercomplejidad como es el organismo, pero
también por el continuo insuflo que ahora la sociedad
humana le imprime, se identifica con él como parte
consustancial al nodo-anímico completo: cerebro-organismo
y psique. Es en el punto donde radica todo el problema, en
la identificación que el cerebro hace con los contenidos
que configuran el ego-céntrico, ya que si no se identificara,
y aún así se diera cuenta de ellos, de cómo
emergen desde los registros y se ponen a funcionar como verdades
en el ahora, simplemente ellos se desvanecerían con
la misma facilidad que han sido proyectados, quedando el cerebro
libre a cada paso, y por ello la psique fluyendo con el auténtico
sentimiento que está aconteciendo en el ahora siempre
nuevo y nunca antes vivido. Pero la identificación
del cerebro con "eso soy yo" que proviene del programa
"yo soy y lo mío" insistentemente reestimulado
y por eso "materializado", hacen que no exista el
silencio. La egolatría es el "reino" de las
sombras y del ruido. Es precisamente a causa de lo "etéreos"
que son esos contenidos, sombras, que el análisis se
hace nulo para comprender el encadenamiento de la psique al
espejismo proyectado, pues además, en cierta forma,
aunque quizá se consiga quitarles carga emocional retenida,
el recuerdo en sí mismo se "fija" todavía
más al estar "rebobinándolo" de continuo
para analizarlo. Incluso, el análisis del contenido
retenido afectando a la psique es ruido.
RICO PAR
(Febrero 24, 2010).
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En el "ruido"
no hay SILENCIO.
"Yo" no soy nadie.
Ésta es una declaración egocéntrica.
Indudablemente, su inversa "yo soy alguien",
lo es igualmente. El "yo" es una sombra
proyectada por un cúmulo psíquico
almacenado, y no es el "yo" el que ha
de liberarse. Es la mente la que está atrapada
por el espejismo, y la mente no tiene ni dueño
ni nombre propio. Ahora voy a decir algo difícil:
"la mente es el silencio de la energía
pura". Cuando uno dice "debo liberarme"
el silencio natural y sin dueño se ha llenado
de ruido. Debo comprender por qué "estoy"
encadenado, pero no para liberar"me",
sino porque no "acepto" que la clave
de la vida sea el sufrimiento.
El ego-céntrico es ruido y desorden destructivo.
Su capacidad para ocultar el egoísmo no
tiene límites. Pues incluso, el deseo de
"conseguir" ese estado trascendental
del que algunos han hablado, y que otros intuimos
si es que no nos lo imaginamos, curiosamente en
medio del corrosivo comportamiento actual predominante
desde muy antiguo, es un acto de codicia y egoísmo.
Un ser liberado nunca puede decir que "está
liberado", pues lo que en ese cerebro discurre
es una mente sin límites ni centro, y el
descubrimiento no termina nunca. "Estar"
es ser algo fijo, y en la libertad todo fluye
sin detenerse jamás. Aprendemos escuchando
a los otros, pero en realidad no por lo que ellos
puedan enseñarnos, sino porque a modo de
reflejo, "reflexión", uno aprende
el significado de su propia inmanencia, que de
hecho brota de la totalidad, entonces así,
decir "propia" es un error garrafal,
ya que la inmanencia no es más que el hilo
conductor de la totalidad con el nodo-anímico.
Ningún ser humano es superior ni inferior
a ningún otro ser humano, ni existido,
ni existente, ni por existir. Sólo viendo
claro este hecho es que uno no adora a otro y
mucho menos se hace adorar por los otros. La fuente
y su silencio están "dentro"
de uno, en su propia inmanencia que proviene de
la totalidad, es ahí donde uno debe "dirigirse",
pues es ahí a su vez, donde están
las burdas impurezas adheridas interfiriendo,
el ego-céntrico inoculado y más
adelante alimentado, que están impidiendo
algo que en sí mismo es "natural",
pero todavía más, ha estado ahí
siempre, la libertad de la mente, en la que se
puede encontrar el silencio que sana y cura el
corazón constreñido por las sombras
que atrapan al cerebro. El espejismo de centricidad
operante que domina al organismo completo.
En el BLOG "El Silencio
del Buda", donde se vierten algunas opiniones
de variados contertulios, en uno de ellos Saltronic,
escribe:
--- Krishnamurti
no leía ni seguía a nadie,
no reconocía autoridad alguna en
el campo del conocimiento propio y, por
supuesto, jamás citaba. Y lo reprobaba
cuando algún interlocutor lo hacía,
haciéndoles ver el conocimiento de
segunda mano (memoria) y la necesidad de
conocimiento propio.
Osho, por
el contrario, lo leyó todo, incluido
a Krishnamurti. También habló
sobre K siempre que le preguntaban
acerca del mismo en sus charlas.
|
Verdaderamente, ¿qué
importa quién ha estado o está de
manera auténtica nítidamente sintonizado
con esa Fuente Creacional Inmensurable y Desconocida
de la que toda esta infinita Creación que
somos el completo Universo está surgiendo,
si uno se encuentra preso en las sombras egolátricas?
Esclavo del ego-céntrico, un espejismo
en el cerebro que toma trazas biofísicas
y psicosomáticas encadenando, pero peor
aún, enfermando en la ignorancia supina
a la mente, la psique padeciendo, ¿cómo
se puede "saber", tener noción,
discernir en ello, si es posible la liberación
de esta ancestral nociva impureza psíquica
"inyectada" en el cerebro? La jerarquía
psíquica inventa dioses, el ego-céntrico
inventa salvadores. Nos las habemos con un problema
humano, no con un problema de la persona, del
individuo. Si bien la "revolución
psicológica" debe acontecer en "uno",
en el ser humano "interiormente", la
realización del "proceso de curación"
debe pasar por hacerlo conjuntamente, fluyendo
en el diálogo, en el descubrimiento, y
despertando el discernimiento, pero sobre todo
y de manera substancial, como seres humanos desnudos,
sin pretensión alguna. Obsérvelo
el lector dando un vistazo al Mundo; agresión,
expolio, violencia, la barahúnda de la
inconsciencia en la que todo se desequilibra generando
sufrimiento. ¿Sueña uno entonces
no verse afectado por todo ello? ¿Realizar
un especial estado en el que todo eso no le afecte?
Estamos afectados hasta la médula por el
mundo que vivimos, aunque se acepte como provisional
cura la candileja del logro y la inmadurez de
la sonrisa inventada. Uno debe preguntarse entonces
¿qué es el silencio? ¿Existe
éste siquiera?
RICO PAR
(Febrero 26, 2010).
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Reflexiones sobre el Silencio |
José Antonio Russo Delgado
en su obra "Krishnamurti, los Grandes
Temas" escribe:
Leemos en El Evangelio (II,
2):
El estado que trasciende palabra y pensamiento, es Mouna,
es meditación sin actividad mental. El silencio
habla siempre, es el flujo perenne del lenguaje.
Es interrumpido por la palabra pues las palabras obstruyen
este lenguaje mudo. Las conferencias pueden
entretener a las personas por horas sin mejorarlas.
Por otra parte el silencio es permanente y beneficia
a toda la humanidad
El silencio es elocuencia incesante.
Es el mejor lenguaje.
Después añade (cit.
II, 7):
El silencio es la forma más
potente de trabajo. Por amplias que sean las Escrituras,
por más intensidad que tengan, fallan en su efecto
Este silencio (el de la Gracia)
Ramana
Maharshi
en WikipediA
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es más amplio y de más intensidad que
todas las Escrituras.
Ramana Maharshi precisa
lo que hay que entender por silencio, en los Talks
(comentados por S.S. Cohen en sus Reflections,
XI):
El silencio de la soledad es forzado. |
El ir a lugares solitarios con
el propósito de cultivar el silencio para Ramana
Maharshi, según Cohen no sería
muy valioso. No obstante, cabe recordar que una y otra
vez Krishnamurti, cuya predilección por
largos paseos solitarios era muy marcada, así
como Ramana Maharshi buscaron la soledad para
disfrutar ininterrumpidamente Ramana Maharshi
del silencio;
para Krishnamurti el
silencio no es lo contrario del ruido: como el amor
y la paz, no tiene opuesto; si pensamos que lo tiene
es que ha dejado de ser tal, justo porque hemos introducido
la oposición, esto es justo la resistencia y
su chirrido, precisamente al afirmarlo como lo contrario
al ruido: como un profesor autoritario en un salón
de clase.
Krishnamurti con
gran frecuencia en sus descripciones de paisajes a
veces antes del amanecer nos habla de un silencio
de gran pureza, intensidad, fuerza en el cual se integra
sin interrumpirlo, silenciosamente podríamos
decir, el trinar de alguna ave, el ruido de una carreta,
el aullido de un animal en la lejanía, etc. Señalamos
todavía algunas indicaciones que nos hace Krishnamurti
(Boletín n.º 52 y 48):
Cuando Ud. observa,
percibe algo; si Ud. no tiene una reacción,
una respuesta, cuando hay solamente observación,
esa observación misma es silenciosa. La base sobre la cual puede darse el silencio no
es mediante la práctica, no por una determinación, no por voluntad o deseo sino que llega naturalmente
cuando hay libertad, la cual se da cuando se pone
término a lo que no es libre como el apego,
la persecución del placer, el cumplimiento
del yo y la actividad centrada en él.
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Pero ¿qué hacer
si nuestra mente está constantemente ocupada,
charlando sobre diversas cosas, tanteando, buscando,
recordando, esperando?
Percibir que no
está quieta, sin ninguna directiva, sin
decir que debe estar quieta, nada más que
observar que no está quieta, entonces se
vuelve extraordinariamente quieta sin ninguna
compulsión, sin ninguna práctica.
Para esto se requiere de gran sensibilidad, atención,
darse cuenta. Sólo en ese absoluto silencio
de la mente
puede darse lo innombrable.
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En el Prólogo titulado
"José Russo en la tierra sin caminos",
del libro de José Antonio Russo Delgado,
extraemos un párrafo en el que su autor
Miguel Ángel Polo Santillán nos
escribe:
¿Por qué fue Russo
atraído por Krishnamurti? Es difícil
intentar una respuesta completa y definitiva. Creo no
equivocarme al decir que una poderosa razón pudo
ser que vio en Krishnamurti a un nuevo Sócrates,
es decir, por la insistencia en el conocimiento de sí
mismo. En un mundo donde la ciencia pasa por saber oficial
y goza de prestigio, el filósofo indio se tomó
muy en serio el "conócete a ti mismo"
como la forma de lograr nuestra existencia más
plena. Al fin de cuentas, sus pláticas, sus diálogos
que dejaban "sin piso" a sus interlocutores,
la fundación de escuelas en distintas partes
del mundo, la no-aceptación de convertirse en
un nuevo maestro religioso, la crítica a la tradición,
el acercamiento a científicos y toda la enseñanza
de Krishnamurti gira en torno al conocimiento de sí
mismo. Y es que el mundo no es el problema sino nosotros
mismos.
"Krishnamurti. Los
Grandes Temas".
Por José Antonio Russo
Delgado. Investigaciones desarrolladas por el
maestro e investigador sanmarquino durante los años
1994 y 1997 en el Instituto de Investigación
Humanística de la Facultad de Letras y Ciencias
Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Edición a cargo de: Dr.
Guillermo Russo Checa y Mg. José Carlos
Ballón.
Presentación de Julio
César Krüger Castro. Prólogo:
"José Russo en la tierra sin caminos",
por Miguel Ángel Polo Santillán.
Visitar Directorio con todos los capítulos de la
obra en formato .pdf,
en la Biblioteca Virtual de la Universidad de San
Marcos.
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Atención,
Silencio y Amor, (inseparables).
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¿Cómo puedo
recordar que no recuerdo?
Esto es un juego mental. Deseo
dejar de pensar en algo, por cualquier razón.
Pero siempre que me dé cuenta de que he estado
cierto tiempo no recordándolo, ya me estoy acordando.
Curioso, ¿verdad? O sea que para darme cuenta
de que he dejado de recordar algo, he de recordarlo,
por lo cual no he dejado de recordar. Y si verdaderamente
dejo de recordar algo, de manera que ni me planteo la
pregunta de si lo he olvidado completamente, qué
importancia tiene entonces si lo recuerdo o no. Este
juego de la mente, lleva al cerebro a la atención,
pues para atisbar una comprensión de lo que está
planteándose, cómo opera el recuerdo,
requiere atender para poderlo captar. Si el lector juega
a esto, verá que en ese fugaz instante de escucha,
para poder comprender, lo que ahí hay es silencio.
El escuchar acontece en el silencio, y el silencio sucede
en el escuchar. Pero para cuando uno lo quiera capturar,
el silencio, el ruido retornará, ya que el acto
de voluntad proviene de lo recordado, y el silencio
únicamente acontece en el ahora vivo, y por eso,
sin recuerdo.
Lo que existe pero no está.
El
espacio y el tiempo, (ejemplo del "¿cero?").
Lo envuelto y lo envolvente, ¿Es el ser, el nodo-anímico,
un mero horizonte? Lo sano y la enfermedad, racional-irracionalidad.
El ego-céntrico, espejismo de centricidad.
El silencio físico
Por regla general denominamos
silencio a la ausencia de ruido o sonidos. Esto en el
aspecto físico. En las ciudades modernas, donde
existe una alta contaminación acústica,
es difícil poder atisbar este silencio físico.
A excepción de los días festivos, que
uno puede desde muy temprano en la madrugada, antes
de haber amanecido, percibir un tenue insistente pero
profundo silencio y una sanadora paz extendiéndose
por toda la ciudad y más allá todavía,
pues no existe la barahúnda de máquinas
y prisas arrancando un nuevo día. La ciudad se
encuentra en calma; pero por contraste, el resto de
días, los denominados laborales, se oye de fondo,
si uno le presta atención, un zumbido sino un
ronquido, más o menos estridente que resuena
como una aureola que cubriera todas las calles, la ciudad
completa, una burbuja de ruido. Esto puede experimentarse
mejor si además el lugar que uno escoge para
la escucha tiene ciertas cualidades de caja de resonancia,
entonces el ruido de fondo se hace mucho más
evidente. Cuando se puede descubrir la enorme diferencia
que hay entre ruido y silencio, es amanecer en lugar
de en una ciudad en un espacio natural, en una montaña,
por ejemplo, o en un pueblo donde no haya actividad
industrial ni mecánica y de población
reducida. Entonces uno puede darse cuenta de lo que
es la bendición del silencio natural, aún
las aves o insectos que canten en su jolgorio. Entonces
se pone de relieve el fatídico ruido cotidiano
que se debe soportar viviendo en la ciudad.
El silencio mental
Pero indudablemente aquí
lo que nos interesa es comprender qué es el silencio
de la mente. Si bien este silencio podemos también
pensar de él que es un resultado de procesos
físicos, pues nuestra experiencia es que este
silencio ocurre en el interior del cerebro, este silencio
de la mente está más allá del tiempo
y del espacio, así, más allá de
los procesos físicos. Parece no tener sentido
esta declaración pero si lo estudiamos muy de
cerca veremos su veracidad. Ahora nuestro cerebro está
adiestrado a un continuo flujo del pensar, prácticamente
imparable. Existe la noción, falsa al mismo tiempo,
de que no pensar es no estar vivo, y desde ese entrenamiento
uno se siente vivo si de continuo está fluyendo
en el proceso del pensar y lo que con él y a
través de él se quiere conseguir. Es el
devenir del cúmulo psíquico. El ego-céntrico
llegando a ser alguna cosa distinta de lo que cree que
es. Este movimiento en sí mismo es ruido para
la mente, desde el que se hace imposible descubrir lo
que es el silencio de la mente. Cuando vemos este hecho
entonces procurando captar ese silencio de la mente,
acallamos el ruido interior procurando no pensar, sin
embargo, no vemos que siendo un acto de decisión
propia ese silenciamiento del pensamiento, del ego-céntrico
y sus requerimientos, continua el ruido, pues del propósito,
que no deja de ser un movimiento del pensar, lo que
se sucede continúa siendo ruido interno.
El silencio
Cuando hay auténtico silencio
no hay conciencia de silencio. Esto puede parecer contradictorio,
pero únicamente lo es para el intelecto, que
básicamente se mueve en lo polar. Tomemos el
ejemplo de lo que apuntamos cuando decimos "envuelto-envolvente".
Toda cosa inerte o ser vivo esta formada por lo que
en sí misma envuelve, pero que a su vez está
pudiendo ser configurada por lo que la envuelve a ella.
¿Dónde está el horizonte entre
lo envuelto y lo envolvente? En nuestro caso, en el
cerebro-organismo, ¿está en la piel? Y
en el aspecto psicológico, ¿existe siquiera
un horizonte que no sea meramente pensamiento acumulado
dividiendo las cosas? Fronteras que no existen en la
realidad. Así, vemos que en la psique, si no
hay condicionamiento, no existe lo envuelto-envolvente,
y se descubre entonces un campo infinito, sin final,
que la hace fluir sin ningún centro. Es un cerebro
en el que la psique discurre con el flujo creacional,
sin detenerse en el tiempo, que puede "atisbar"
ese silencio que no es la ausencia de ruido, sino el
que acontece cuando la psique no queda retenida en los
sucesos que mueren. En este silencio, que es el auténtico
estado de la mente, el "darse cuenta" que
acontece en el cerebro, no es entonces la observación
que hace el intelecto o el trasfondo acumulado, por
lo que no puede experimentarse como el acto de "estar
experimentando" el silencio. El silencio de la
mente es más bien un acto de vivencia, y en la
vivencia, cuando está aconteciendo, no hay pensamiento
ni su tiempo adherido. Ahora creemos que darnos cuenta
es cuando las cosas han acontecido que podemos recordarlas,
y esto es meramente recuerdo, por otro lado parcial,
pues no contiene la totalidad de la vivencia. Y no hemos
aprendido a "darnos cuenta" de la vivencia,
que es en el único flujo en el que podemos discurrir
en el silencio de la mente.
Silencio sin tiempo
Existe un acertijo que es muy
divertido, sobre todo para los niños, aunque
para los adultos que no lo conocen también se
hace significativo. Éste dice: "es una cosa
que cuanto más le quitas más grande se
hace". Parece contradictorio, ¿verdad? Lo
que mengua siempre se hace más pequeño.
¿Cómo puede algo que le restamos partes
ser con ello más grande? No nos extenderemos
más y daremos ahora la solución, que avisamos
por si el lector quisiera darle más vueltas.
La respuesta es "un agujero". Claro, un agujero
es una no-cosa, que está precisamente "imbuido"
en una cosa. Es la cosa la que mengua y el agujero crece.
Pero el agujero como una no-cosa está ahí,
en la cosa. Es algo que existe pero no está.
¿Cuántas no-cosas deben "existir"
a las que no hemos prestado atención? ¿Se
puede atender a lo que es una no-cosa, prescindiendo
de la cosa? Este es el punto donde el intelecto pierde
todas sus habilidades para habérselas con ello;
el vacío existente pero que no existe. La física
cuántica y la cosmología también
han topado con esto. Por descontado como la filosofía,
pero no nos introduciremos ahora en esos campos. Lo
que aquí se despliega se hace para que el cerebro
atienda desde una perspectiva sin foco, a modo de "gran
angular" que absorbe la totalidad observada. Y
¿cómo puede el cerebro hacer esto, percibir
una totalidad sin centro? Debemos recurrir al discernimiento,
ese acto de comprender sin pensamiento, con la total
captación del completo cerebro-organismo. Es
en ese acto que acontece el silencio sin tiempo. Una
dimensión ahora poco conocida y explorada por
los humanos. Sin embargo, sin esta profunda exploración
en lo que es el discernimiento y el silencio, pocas
posibilidades tenemos de "enderezar" nuestro
peligroso rumbo confuso y cada vez en mayor medida deteriorante.
De la comprensión al silencio Estamos muy entrenados a dividir silueta y contorno. Si bien esta es una cualidad indisociable del animal,
y funciona en el aspecto físico, el animal
no podría conseguir alimento, chocaríamos
con todas las cosas a nuestro alrededor, ocurre que
utilizarlo a nivel mental entorpece la psique. Ahora,
la silueta y el contorno, lo podemos aplicar para
observar la actividad del cerebro, pues es esa mecánica
construcción neuronal que almacena al ego-céntrico
que crea una silueta y un contorno. Pues la psique,
que es la que ahora padece la fijación del
espejismo de centricidad que esa conglomeración
en forma de cúmulo psíquico proyecta,
ella no es ni silueta ni contorno, pero al quedar
encadenada de la proyección de ese compendio
de neuronas y sinapsis en una configuración
lo más fija posible, la psique queda reticulada,
perdiendo su natural estado de flexibilidad y flujo,
y por ello discurriendo en un estado enfermo, aunque
todo el movimiento conjunto no se dé cuenta
de que lo está, incluso, viendo las desordenadas
y destructivas acciones que realiza para sostenerse
configurado. Silueta y contorno. Para la psique dejar
de fluir es estar enferma. En este sentido, no nos
damos cuenta de que andamos enfermos, a raíz
de que no sabemos lo que es estar sano. No sabemos
lo que es un cerebro sin cúmulo psíquico,
pues ahora toda la educación, el "adiestramiento", se centran en desarrollarlo, precisamente. El "trabajo"
de dilucidación lo debe hacer uno mismo, y
esto implica que el cerebro se dé cuenta claramente
de cuando comprende y cuando se engaña a sí
mismo. Esto es lo arduo, un estado de atención
que se da cuenta del completo movimiento que ocurre
en el cerebro. Entonces, se puede descubrir que cuando
hay comprensión, hay silencio, y que cuando
hay confusión, lo que acontece es el ruido.
Y he aquí la cadena que atenaza a la mente
humana. Sin atención no puede haber comprensión,
y sin comprensión no puede fluir el silencio
de la mente. Existiendo en el cerebro un centro, el
foco del ego-céntrico, es obvio que no puede
haber atención, ya que lo que hay entonces
es "concentración", y en la concentración
no puede haber silencio porque el esfuerzo es ruido.
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Fabio Zerpa
conversa con Armando Clavier
Nota RICO PAR. Reproducimos aquí
unos párrafos de la conversación
sostenida en 1968 por Fabio Zerpa,
con Armando Clavier sobre el tema:
KRISHNAMURTI y su enseñanza.
Apuntamos al lector realice la lectura completa
de ella visitando la fuente de la que éstos
recortes provienen. No hemos podido resistir
copiar en estos apuntes dedicados a "LA
FUENTE" algunas declaraciones de
Armando Clavier en el mencionado
diálogo por lo reveladoras y esclarecedoras
que se hacen precisamente en este apartado
de apuntes. No se sentirá incómodo
el lector cuando vuelva a leerlos de nuevo
en la fuente de donde los hemos extraído:
FZ: El curso
que la propia vida imponga el diálogo.
AC: Exacto.
Entendiéndose por vida
el fluir de un auténtico movimiento
de investigación que tiene lugar
en las mentes de quienes dialogan. Como
usted ha leído a Krishnamurti, y
hace años que esa obra ha estado
en el foco de su interés, la cosa
se facilita bastante. En el correr de nuestra
conversación surgen puntos directamente
relacionados con el corazón de la
enseñanza, y es natural que se expresen.
Aceptar los postulados de una enseñanza
como esa sin haberlos explorado, cuestionándolos,
incluso negándolos hasta no haberlos
captado, hasta no haberlos incorporado como
parte vital de uno mismo, es la mejor manera
de desvirtuar la enseñanza. Y esa
es la razón de que usted plantee
estos cuestionamientos acerca de algunos
puntos que van surgiendo durante
el diálogo. No es por una mera cuestión
de hacer el abogado del diablo.
/
la mejor manera de hablar de Krishnamurti
y de su enseñanza con un sentido
creativo y revelador, es hablar lo menos
posible de Krishnamurti y de su enseñanza.
/
AC: Digamos
psicosomático la
biología vinculada a lo psicológico
y viceversa. Pensamientos, sentimientos,
emociones, apegos, simpatías, antipatías,
opciones personales con miras al placer,
a la gratificación, a la realización
individual o del grupo al que pertenecemos,
etc., etc. Desde que esta cosa empieza gestación,
nacimiento hasta que termina enfermedad
o accidente o vejez y muerte hay
un transcurrir al que llamamos vida. En
esta vida había un ser llamado Krishnamurti,
el cual llenaba un vasto espacio psicológico
de la Humanidad y al cual muchos estuvimos
vinculados, y su muerte fue un desgarramiento
en fibras muy profundas. Punto. Pero lo
que significó como totalidad el hecho
en sí de su existencia, excede inmensamente,
inexpresablemente, los límites de
nuestro tiempo psicológico personal.
En la palabra existencia incluyo
los dos extremos de la parábola vida-muerte,
y al propio tiempo los extremos se disuelven
y la parábola se vuelve infinita.
/
FZ: Entonces,
¿por qué resulta difícil?
AC: Ya lo
dijimos; la propia mente bloquea el acceso
significativo de lo que alienta en la enseñanza.
El nudo de la cosa, simple, claro, diáfano,
es la imperiosa necesidad del cambio. No
se puede comprender la enseñanza
con una mente que no quiere cambiar.
/
AC:
Los
caminos de la percepción están
bloqueados. Si en el otro campo, el físico,
uno tiene arruinada la pituitaria, no percibe
los olores. Aquí, en lo psicológico,
lo que bloquea la percepción pura,
el discernimiento directo en la realidad,
es una mente cargada hasta el tope de condicionamientos,
los cuales implican un estado permanente
e ininterrumpido de opción de aceptación
o rechazo con respecto a aquello que supuestamente
percibimos. En realidad no percibimos el
hecho, sino que en nuestra conciencia se
forman imágenes que el hecho desencadena
al estimular la memoria personal y colectiva.
El fuego material que toca nuestra piel
nos quema, porque hay contacto y el fuego
tiene que quemarnos. Pero el fuego de un
mundo en llamas humanamente hablando no
nos quema porque no hay un verdadero contacto.
Si lo hubiera, sentiríamos arder
todo nuestro ser, las llamas tocarían
la mente y el corazón. Y cuando eso
ocurre, uno hace algo al respecto. No se
pone a teorizar, a polemizar, a fantasear,
a filosofar.
/
FZ: O sea,
que el percibidor no puede querer cambiar.
El cambio significaría su muerte.
AC: ¿Se
da cuenta? Usted preguntaba por qué
muy pocos entienden la enseñanza.
Mientras la cosa se maneja a nivel verbal
todo parece ir muy bien, pero cuando se
profundiza un poco más y se ponen
en movimiento las defensas psicológicas,
la propia mente bloquea lo que no quiere
comprender. No es que le resulte difícil
comprenderlo. Esa mente egocéntrica,
autoprotectora, acepta un Krishnamurti al
que pueda incorporar a sus estructuras de
seguridad, y rechaza al Krishnamurti que
amenaza esas estructuras. Mientras estos
mecanismos estén activos, es imposible
el contacto con la enseñanza viva,
es imposible la comprensión.
/
FZ: Eso es
lo que quise decir antes: hay como un señuelo
engañoso en la enseñanza.
Ofrece sin prometer. No digo que ésa
sea la intención de Krishnamurti,
pero casi todos quedan atrapados en eso.
AC: Atrapados
en una ilusión, una más de
las tantas. Mire, creo que este planteo
que Ud. ha hecho es muy interesante. Veamos
si podemos investigarlo un poco, presiento
que puede contribuir a esclarecer cosas
fundamentales. La enseñanza de Krishnamurti
está ahí, es lo que es. ¿Qué
es? No lo sabemos, puede ser muchas cosas.
Está ahí, es una expresión
de la vida, una expresión en el nivel
psíquico de la realidad. Nosotros
estamos aquí, con nuestro psiquismo
que ha hecho de este mundo lo que es. Porque
este mundo del hombre lo hemos hecho los
hombres, Usted, yo y todos los demás.
Este mundo es un desastre de violencia,
crueldad, injusticia, hambre, guerras, locura
creciente. En este mundo estamos todos,
somos los generadores y usufructuarios del
mundo que nosotros mismos nos hemos
construido. ¿A Ud. le gusta este
mundo tal como es, se siente cómodo
en él?.
FZ: ¿Me lo pregunta personalmente?
AC: Sí. FZ: No, no me gusta.
AC: Casi nadie se siente completamente cómodo
y a gusto en este mundo. Pero las razones
de esa incomodidad, de ese desagrado, son
muchísimas y muy variadas. El pobre
se sentiría mejor si fuera rico;
el rico se sentiría mejor si su riqueza
no estuviera amenazada por los pobres y
por otros ricos; el comunista se sentiría
más a gusto si no existieran los
capitalistas; los capitalistas estarían
más cómodos si no hubiera
comunistas
Nadie quiere un mundo en guerra,
es incómodo vivir con la amenaza
de un holocausto nuclear. Nadie está
seguro ni de un lado ni del otro. No obstante,
unos y otros, para estar seguros, se arman
el uno contra el otro. La seguridad de unos
está en la eliminación lisa
y llana de los otros, etc., etc. Lo que
pudiera agregarse, lo reflejan mejor diarios
de cada día, los noticieros de la
TV., de la radio, la índole de las
publicaciones masivas que nos inundan. Bien;
con sus raíces psicológicas
profundamente hundidas en este mundo, algunos
sienten que la tensión es excesiva,
que si no hay otra cosa mejor que ésta,
la vida no tiene mucho sentido. Hay demasiado
miedo, demasiada amenaza desde todas partes,
mucha depresión nerviosa, desasosiego.
Unos acuden al psicoanálisis, otros
buscan salidas diferentes. Grupos de acá,
grupos de allá; escuelas de meditación,
métodos para aliviar tensiones y
triunfar en la vida, para ser mejores y
ganar amigos, para lograr el control mental
No digo que eso esté mal ni bien.
Forma parte del mundo en que vivimos y,
¿por qué no?, a muchos les
ayuda a pasarla mejor, a no caer en pozos
profundos de depresión nerviosa.
En una palabra, a sobrevivir con menos carga
autodestructiva.
/
La consciencia con que nos manejamos (es una forma de decirlo, somos esa consciencia)
es su propio contenido, o sea, nuestro
pasado las experiencias heredadas y adquiridas,
los conocimientos, las heridas psicológicas,
etc. La expresión interna de todo
eso es el pensamiento psicológico
que adquiere su identidad como el yo
en el centro (no es un centro espacial)
de esa consciencia. El yo
expresa todos los movimientos del contenido,
nada hay en él que no sea producto
y manifestación de ese contenido.
Perdóneme si soy algo reiterativo,
esto es fundamental y tiene que quedar
claro. En ese yo se reflejan
y asumen identidad personal,
el miedo, la búsqueda de placer,
de seguridad, el odio, la codicia, la
envidia, la ambición, la adquisividad,
el apego, etc., etc. Todo lo que está
en la consciencia colectiva de la humanidad,
y lo que contiene nuestra consciencia
particular (la cual es ése contenido
y nada más) reacciona permanentemente
a los estímulos y retos de afuera
y de adentro. Y eso se constituye en lo
que pensamos, en lo que sentimos, deseamos,
aceptamos o rechazamos. Son movimientos
complejos, cada uno de ellos es la suma
de muchas reacciones activadas por los
estímulos. El intercambio entre
la consciencia particular y la consciencia
del mundo es constante, y una es la otra
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ALOCUCIÓN
AL CAMPAMENTO DE LA HOGUERA EN OMMEN
Krishnamurti:
Por favor, puesto que no voy a hablar mucho,
permanezcan sentados con sus rostros vueltos
hacia la hoguera. No habrá música
cuando termine de hablar y, tan pronto lo
haya hecho, habrá terminado el campamento
de la hoguera.
Ustedes saben, todos
queremos tomar lo que hemos entendido, para
ayudar a que otros produzcan un cambio en
el mundo. Yo siento que no podemos cambiar
el mundo con esa actitud. Si han comprendido
lo que he estado diciendo durante las últimas
tres semanas, producirán ustedes
un cambio mediante las acciones nacidas
de esa comprensión. No producirán
un cambio en el mundo, sólo porque
deseen cambiar el mundo. Pero si actúan
desde esa comprensión,
lo que hagan producirá su propio
cambio. Hay una diferencia inmensa entre
el deseo de cambiar y la acción que,
por originarse en la comprensión,
produce un cambio.
Algunos de ustedes han
escuchado con gran seriedad y otros meramente
han oído; aquéllos que de
verdad han comprendido y, por consiguiente,
actuarán, producirán un cambio.
Ellos llevarán consigo la llama.
Por pequeña que sea, será
la llama que habrá de alimentar la
comprensión. Y sólo pueden
llevar consigo esa llama si de verdad han
explorado, si de verdad han reflexionado
sobre lo que se ha dicho durante estas tres
semanas. De ello surge una acción
natural. Y esta acción no será
una acción a base de remiendos, cambiando
pequeñas cosas aquí y pequeñas
cosas allá. Será un cambio
fundamental.
Espero que tengan un
feliz viaje y que volvamos a encontrarnos
dentro de dos años. (13 de agosto
de 1933).
Proviene
del libro "OBRAS COMPLETAS AÑOS
1933-1967", Tomo I (1933-1934).
"EL ARTE DE ESCUCHAR",
de Jiddu Krishnamurti. Epígrafe de
Ommen, Holanda, 1933.
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Buda Gautama
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Sri
Ramana Maharshi
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