El Mirlo
LA PERSONA
Artículo 9 de 11
Notas RICO PAR acerca del diálogo Ferran Monegal y Eduard Punset - I I I
Comer o ser comido. Crueldad. Coacción y política.
Monegal: Los animales pueden ser muy crueles, tienen una crueldad extraordinaria.
Punset: Sí, para sobrevivir, normalmente…
Monegal: tienen una crueldad extraordinaria…
Punset: Sí, estoy de acuerdo, pero no tienen este poder elaborado. Es tan importante que por ejemplo ahora se está descubriendo en unas investigaciones que se están haciendo en Estados Unidos, un psicólogo-neurólogo que se llama Sapolski; se está descubriendo que la pobreza, por ejemplo, es para siempre, o sea que un pobre tiene más úlceras, más reumatismos, más accidentes cardíacos que un rico. Y cuando este pobre si por casualidad llega a rico, resulta que continua teniendo más úlceras, más reumatismos, y más accidentes cardíacos. Y se ha visto que no tienen tanto que ver con la capacidad o facilidad de acceso al sistema sanitario, que afortunadamente existe, sino que tiene que ver con este efecto, eterno casi, de la coacción política sobre el desamparado, sobre el pobre.
Pobreza: resultado de cómo se organiza.
Es curioso que la pobreza siempre se ha relacionado con la "comida". De hecho es la primera carencia que padecen aquellos que no tienen (o no tenemos) acceso a los recursos imprescindibles, la falta de alimento. Esto en una sociedad que desperdicia energía por el puro placer de hacerlo, o porque sale más barato. Cuando observamos las sofisticadas sociedades burocrático-tecnológicas en las que vivimos los países llamados desarrollados, es fácil darse cuenta de que la pobreza se encuentra amagada en las casas. Las calles permanecen limpias. Y si en algún momento surge algún colectivo preso en la miseria, queda relegado a guetos en las afueras de las ciudades: barracas, ratas, hambre y drogas… Esta desproporción se ve como algo ajeno, cuando en la base está surgiendo del propio comportamiento de aquellos que organizan la economía social, pero también de la propia sociedad que lo apoya.
¿De donde surge la pobreza?
El apunte que hace aquí el Señor Punset: "coacción política sobre el desamparado, sobre el pobre", es de lo más demoledor. Ciertamente los políticos, mayormente, están preocupados por desarrollar una sociedad que en principio satisfaga las expectativas de los ricos, de aquellos que no sufren carencias, que de hecho son los que organizan la sociedad. Igual que el mantener la clase productora dentro del esquema "produzco-consumo", pues de hecho es la base de que todo el sistema se mantenga sin desbaratarse. Así, los organizadores, son los que queman, despilfarran, recursos que les pertenecen a los organizados no productores. Es aquel que "se siente grande" que relega a otros a "ser pequeños".
La codicia como base de vida
Mirándolo muy de cerca, todo esto está ocurriendo a causa del espejismo de centricidad, egos-céntricos sublimados, que proyectan el completo campo social, la jerarquía psíquica que no sólo promulgan en beneficio propio y en lo físico, sino que se esfuerzan por coaccionar a que el cerebro humano quede totalmente impregnado de ella, en lo psicológico. Pero un día u otro van a tener que encarar, como nos va a ocurrir a todos los humanos, de hecho ya está ocurriendo, el espejismo de centricidad en el que ahora se sostiene nuestra vida. Cuando uno tiene un atisbo de ver en una forma total todo este maremágnum desproporcionado psico-económico en el que desarrollamos nuestra convivencia, de forma completa, abrigando todo el espectro del ser humano, no puede dejar de preguntarse ¿no debe desaparecer la codicia si verdaderamente queremos un mundo nuevo? Pues ahora ésta es la base de la economía planetaria y de la psique del par mujer-hombre, el ego-céntrico que quiere ser el más grande.
La comprensión de uno mismo
En determinados momentos, por intereses falaces pero siempre propios, se habla de crisis económica. Sin embargo hay gente que vive en la crisis-económica toda su vida. Y esto sólo se utiliza para mostrar a los organizados productores a qué extremo podrían llegar si dejaran de tener el ímpetu que se requiere para continuar produciendo y consumiendo. Mas los pobres, por el momento, no dejan de existir. De nuevo, decir aquí, que esto no se ha de encarar como algo polar. ¿Cómo lo solucionaría usted? Eso sería lo que la mente polar preguntaría en principio. La respuesta es bien sencilla, descubra uno en sí mismo qué significa la codicia que alberga, desde ahí comprenderá cual es el camino. En la inteligencia natural es ella que hace las cosas, no el acto volitivo del ego-céntrico. Uno ha de ver lo importante que es darse cuenta y comprender cómo el espejismo de centricidad está operando.
Crueldad e ignorancia
Puesto que para cualquiera, que desee percibir la verdad de nuestro estado psíquico, se hará claro y evidente que la crueldad humana surge de la codicia, la cual emana del miedo. Pero así como estos dos movimientos psíquicos tienen unas profundidades en la mente que no sólo abrigan el completo sistema psicofisiológico que somos cada ser humano, también se expanden al mismo tiempo en el completo campo social. Es así que hemos hecho del vivir un "llegar a ser algo", que un día tendrá que dejar de ser, y frente a esta enorme contradicción, es que proyectamos todo tipo de creencias e invenciones que aparentemente proporcionen una lógica que nos justifique. Mas nuestra crueldad únicamente se justifica por la ignorancia que nos invade.
El campo unificado de la inteligencia, la materia viva y la materia inerte.
Monegal: (Dirigiéndose al espectador), es curioso, es contradictorio el discurso del estimado Punset porque esto que dice de los pobres y los ricos con el tema de la alimentación… Por ejemplo aquí durante la guerra civil se acabaron con las enfermedades de estómago. No habían úlceras de estómago porque se había acabado la comida grasa y todos comían lentejas, garbanzos y arroz, con lo cual el estómago entraba en una época de bonanza extraordinaria. Es precisamente la sobre abundancia que provoca todas estas cosas. Parece que entra un poco en contradicción con lo que decía usted.
Punset: No, a mi ya me gusta estar en contradicción conmigo mismo, porque la verdad si existe es muy ambigua. Una de las grandes "trouvé" (encuentros), dicen los franceses, uno de los grandes descubrimientos de hoy en día, es justamente ver cómo se desvanecen las fronteras entre lo que es inteligencia, lo que es materia viva, y lo que es materia inerte. Esto me lo decía… bueno, el científico atómico más conocido y premio Novel en Suiza hace muy pocos meses…
El despilfarro
Es verdad que cuando hay escasez uno, (cualquiera), aprende a aprovechar la energía de muy variadas maneras y con un mínimo de desperdicio, sino ninguno. Para comprobar esto uno ha de saber lo que es vivir "en mínimos", cosa que muchos mueren sin haber experimentado nunca, mientras otros lo "padecen" durante su completa vida. En este sentido aquello que da dinero se promulga y se pone en práctica. Por ejemplo, organizar una estructura compuesta de hombres, máquinas, y su correspondiente campaña publicitaria de concienciación social, para recoger determinados residuos de forma ordenada y que las depuradoras puedan con facilidad reciclarlos con un muy bajo coste, se lleva a cabo postulando la necesidad de contaminar menos el planeta, (que ciertamente es necesario), pero en su base el interés son los beneficios que proporciona. Sin embargo, las significativas cantidades de alimento que se tira a la basura cuando todavía podría ser utilizado sin perjuicios, como organizarlo no reporta ni un euro, se deja ciegamente que los pobres se zambullan en los contenedores para salvarlo, para aprovecharlo y cubrir sus crudas carencias.
Acerca de la contradicción
Vivimos en la contradicción a diferentes niveles. La mayor parte del cerebro humano la entiende como irreversible. Esto significa que no sólo se acepta, sino que se desconoce la forma de vivir fuera de su influjo. La lista de ejemplos que podemos apuntar en relación a esto es muy extensa, y algunos de ellos los venimos poniendo de relieve en estos apuntes, pero el punto es que nunca nos preguntamos si puede vivirse sin contradicción alguna, pues al fin y al cabo ella proviene de lo que hemos heredado y aceptado asumiéndolo como propio. Sí que es verdad que a cualquier nivel es mejor darse cuenta de la contradicción, que no zambullirse en la excusa y la justificación de ella que siempre procuran ocultar el auténtico estado contradictorio. Pero encarar la contradicción ha de conducir a cuestionarse uno mismo, y es desde un estado de duda del que nace la revelación. Esta revelación interior proviene de la inteligencia natural en la que todo y todos estamos inmersos, aunque ahora el estado mental mayoritario del ser humano, del par mujer-hombre, se encuentre disociado de ella.
¿Puede la verdad adjetivarse?
En el campo de la matemática, desde hace algún tiempo, se está desarrollando lo que se ha dado en llamar la lógica borrosa, en la que la verdad puede tomar infinitos valores, quedando la lógica clásica ceñida a la valencia dual verdad-falso, como un caso particular y a la vez muy reducido de la primera, de la lógica borrosa. Tal vez sea esta extensión a la que la lógica se ha abierto, también llamada lógica difusa, que de dos únicos valores (0, 1) que promulga la lógica "tradicional", pasa a un rango todo lo extenso que queramos dentro de un intervalo infinito, (0 >= x >=1), que sugiera esta ambigüedad de la verdad que Punset señala. Mas desde el punto de vista que aquí se procura, esto ocurre sólo por una cuestión de contexto. La mayoría de cuestiones las reducimos para comprenderlas a unos determinados contextos, lo que nos impide verlos procurando una captación que los abrigue a todos ellos. La falta de percepción de la totalidad es lo que nos hace ver relatividad en la verdad, y hablar o pensar de la verdad absoluta, nos asusta y nos parece muy exagerado o desproporcionado. Pero… el Sol brilla ahí arriba, su luz y calor alimenta la completa biosfera, y los neutrinos que proyecta en sus mutaciones atómicas nos atraviesan a todos los seres vivos por igual. Los seres humanos vamos de crisis en crisis y mayormente sufrimos la vida en lugar de gozarla. Podríamos continuar con muchos ejemplos de la verdad evidente e incuestionable, que nos unifica, y ello ¿no proviene de la verdad absoluta? Bueno, no la adjetivemos, denominémosla solo la verdad. Entonces… ¿no tiene uno una peculiar y particular profunda sensación cuando la verdad discurre en su cerebro y se es consciente de ello? Lo que ocurre es que la verdad no está quieta, pues ella fluye con el propio flujo creacional, y percibirla sencillamente en sí misma implica un cerebro discurriendo en la mente sin las ataduras del tiempo. La contradicción y la ambigüedad provienen del intelecto, del pensamiento. El discernimiento, que es un acto de la inteligencia, en el cual discurre la comprensión, no está atrapado por el tiempo, entonces es cuando uno tiene noción de que la verdad está ahí sin necesidad de adjetivarla ni discutirla. La verdad lo abraza todo.
La creación es una
En la creación no hay nada que se encuentre separado, aunque según "quién" la esté mirando le parezca hecha de trozos inconexos. Desde cualquier punto que partamos en ella, iremos descubriendo las desbordantes relaciones que existen en y entre todo lo que en ella se nueve. No se puede expresar de otra manera más sencilla: en la creación no hay nada separado, por lo cual toda ella es una. La ciencia se preocupa de la verdad, aunque sólo la circunscriba a aquello que denomina lo físico y puede desarrollar medios para constaarlo, pero ciertamente sería desolador que presumiendo precisamente esta conexión con la verdad, no fuera, a medida que avanza en su comprensión, poniendo de manifiesto esta unicidad creacional que aquí ponemos de relieve. Ciertamente, la inteligencia es de la que la completa creación brota, y toda ella es un campo de vida en la que no hay horizontes que la segmenten y la delimiten. Todo está vivo a partir del momento en que se mueve. Separamos las cosas para estudiarlas, pero para sentir la creación se ha de hacer como un todo, sin fracción ninguna. Lo mismo hemos de hacer para comprender el estado del ser humano, de nosotros mismos a nivel psíquico. Pues ciertamente, las fronteras con que delimitamos materia inerte, materia viva e inteligencia, son meramente funcionales para el estudio, en la realidad no existen.
La vida es ondulante
Monegal: Ah, esto liga con aquello que explicaba siempre, el gran Josep Plá, cuando citando a los clásicos franceses decía aquella célebre frase: "La vie ce ondulant", "la vida es ondulante"…
¿Por qué no nos sorprendemos de nosotros mismos?
La creación es como un río, como un torrente, como el vuelo de un ave, como la suave brisa. La creación, que es el ahora, es un continuo e imperecedero flujo. En ella no hay nada quieto, hasta el cristal o el oro son una forma de movimiento. En la creación no existe la quietud absoluta. Y esta cualidad que a todo aquello que se mueve le es difícil de captar, la quietud absoluta, únicamente la manifiesta la Nada: que es ausencia total de movimiento. Ciertamente, la creación, la vida, es ondulante, todo está vibrando en una permanente metamorfosis hacia lo nuevo, ¿cómo es que el cerebro, frente a este hecho irrefutable, este inmenso torrente de cambio y muerte, se resiste y se esfuerza por que las cosas sean fijas? ¿No es el propio cerebro, el cúmulo psíquico interno que cobija, el que se esfuerza por encontrarse en estado contradictorio? Resistirse al flujo, que en esencia es cambio tendiendo a lo nuevo, es lo que tiene atrapado al cerebro humano en el espejismo.
Lo mundano: el placer en la necesidad.
Punset: Somos lo que comemos.
Alimentación, relación envuelto-envolvente
Somos lo que comemos, no hay duda, pero también somos lo que respiramos, el clima en el que vivimos, la cultura que heredamos… Somos todo aquello que de una forma u otra penetra en el organismo. Lo envuelto, que jamás podrá resistirse a ser configurado por lo envolvente, en la misma medida que jamás podrá resistirse a diluirse igualmente en lo envolvente.
La alimentación a base de cadáveres.
Ciertamente, somos lo que comemos. Pero hemos de hablar de las profundas implicaciones que este hecho involucra, pues para muchos puede pasar desapercibido e incluso entenderlo de forma muy falsa. Alimentarse es una necesidad biológica, esto es evidente, y es una de las funciones que manifiesta en qué forma en la creación todo se encuentra relacionado. Ningún ser vivo puede serlo sin alimentarse, que significa comer otros seres vivos. El ancestral "comer o ser comido" del mundo animal. Ocurre que en todo este concierto natural en que las diversas y múltiples especies se interrelacionan entre ellas en base a esta ley, surge una con acceso al conocimiento y a la razón, dándole estas herramientas un poder inusitado para doblegar, hasta cierto punto, al resto de especies. Así, este ser pensante, en un acto de omisión de la sensibilidad, se procura factorías en las que se practica la matanza organizada de animales, y sintiéndose orgulloso de ser un carnívoro voraz, se alimenta de cadáveres.
Alimentación a base de lo vivo
La única alternativa inteligente que le queda al ser humano para alimentarse es centrar su dieta exclusivamente en los vegetales, pero como más bien todos sabemos, esto para muchos resulta aburrido. El acto de alimentar el organismo físico se ha convertido en un acto de placer, ya no sólo del paladar; la vista y el olfato también han de proporcionar placer en el acto de comer, y los vegetales, aún cuando se consumen, son relegados a un segundo plano, la carne muerta proporciona mayor placer. El vegetal muere, "está muriendo", en el acto de ser comido, desde luego cuando lo ingerimos crudo. Y si es cocinado, las implicaciones de su muerte en la olla, son muy diferentes a las que revela cualquier otro animal no vegetal. Comprender esto requiere de una sensibilidad que el humano carnívoro no ha despertado.
Sensibilidad y crueldad
No lloramos por matar a otros animales, pero es que tampoco lo hacemos por matar a otros seres humanos. Practicamos la matanza con cualquier pretexto, necesidad o entretenimiento, pero sí lloramos desconsoladamente cuando algo o alguien que consideramos nuestro muere. Comiendo carne muerta, que proviene de un acto cruel, eso es lo que debe emerger en el cerebro, crueldad. A todas luces los vegetales son más dóciles, la alimentación basada estrictamente en ellos ha de despertar la sensibilidad a todos los niveles. Pero la sensibilidad no es emocionarse, sentimentalismo surgido de los sueños. La sensibilidad es sentir con el completo organismo, en un estado de calma, sin alteración psicofisiológica, comprender desde la paz. Así, se hace evidente que donde se encuentra el germen de la crueldad, la cual siempre es violencia, no puede existir sensibilidad alguna, aunque el cerebro sueñe a creer que la tiene.
Continuamos siendo el "animal"
Monegal: Es curiosa la pregunta porque liga con esto que decíamos hace un momento, ¿eh?, liga con esto de la emoción, y no la reflexión o la racionalización. Tú le preguntabas a la doctora cómo es posible que un chico o una chica ¿eh? ¡se enamore! de un bala que no le ofrece ni dinero, ni seguridad, ni estabilidad…
Punset: Estaba decidiendo con el estómago y el corazón en lugar de decidir con el cerebro.
Monegal: Y puede ser también con la bragueta.
Punset:: Bueno, esto si que está marcado por marcadores cerebrales ¿no? nuestros genes…
Monegal: Sí señor.
Punset: …continúan igual que hace sesenta mil años.
Monegal: Continuamos siendo monas…
Punset: Sí.
Monegal:: ¿eh? Pero… con apariencia maravillosa y con glamour.
¡ Continuamos siendo monas !
¿Se precisa extender esta afirmación? ¿Todavía no hemos trascendido el animal?
RICO PAR (Diciembre 2008)
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