LA PERSONA |
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Artículo 1 de 11 |
El Ser Humano que quiso ser
Persona |
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¡Pero
qué BURRO eres!
EL niño es por antonomasia
la representación, pero en realidad, es el hecho de
la
inocencia. Ocurre que ella con cada nuevo niño
tiene menos tiempo de manifestarse, pues rápidamente
los entrenamos a que pierdan el sentido de lo que significa
esa primigenia cualidad creacional que ningún ser humano
puede inventar ni imitar: la inocencia. Somos muchos
los que fuimos educados de niños, y continua ocurriendo
igual aunque de manera muy disimulada y quizás no tan
descabelladamente como entonces, en hacernos sentir que cuando
uno no comprende, se equivoca, o le cuesta entender algo relacionado con el conocimiento,
sencillamente "es un burro". ¡Pobre
animal!, pues él como cualquier otro animal por ley
natural no tienen acceso a la "sapiencia", no sé
por qué mezclarlo en asuntos de comprensión,
aunque se conoce bien de donde procede hacer tal desproporcionada
analogía.
Así, si postulamos que ignorancia es falta de comprensión, entonces ¿cómo calificamos a los políticos que nunca se entienden, peor aún, pues continuamente se insultan
y se tildan mutuamente ininterrumpidamente de mentirosos? Nunca
se disculpan por ello, ni entre ellos ni con la sociedad que
pretenden les de su visto bueno para tomar control del "poder
organizativo". Por otro lado
¿están comprendiendo
los que consideran que para que unos sean felices otros deben
ser destruidos o explotados, etc.? ¿Dónde está
ahí la comprensión?
Según esto, todos aquellos que carecemos de comprensión,
somos entonces "unos burros". Curiosamente,
terminología que inventaron los mismos que menos comprensión
tienen, como se demuestra; pues si tomamos como "barómetro"
que nos indique el nivel de comprensión en la mente en
base a una función proporcional inversa al conflicto
que emerge en la sociedad en todos sus órdenes; de comprensión
fluye muy poca, pues los conflictos jamás los dejamos
resueltos de forma definitiva. Con ellos venimos cargando, a
modo de testigo, en el suceder de las generaciones.
- Foto
derecha: "Fernando Sánchez Dragó
con orejas de burro", en el programa de la cadena
TELEMADRID.
Visitar resultados de una búsqueda
en google del término anterior entrecomillado.
Para saber con qué fin Fernando Sánchez Dragó
se puso las orejas de burro visitar la Web ¡VAYA
TELE! donde se comentan ciertos detalles al respecto.
- Fotos
izquierda inferior Graffiti Urbano Anónimo. "Niño
castigado con orejas de burro". Pintado en persiana kiosco
Plaza "Revolución de septiembre de 1868",
barrio de Gracia, Barcelona.
RICO PAR (4/6/2009
- 10h. a.m.)
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Significados inexplicables |
No todo significado
del sentir puede ser explicado.
El misterio no puede desaparecer nunca. |
Cuanto
más de cerca miramos ocurre como cuanto más
de lejos lo hacemos. Sucede como con la luz, en exceso
tanto como por defecto impiden ver claramente. En la medida
que cruzamos ciertos horizontes, las cosas se desconfiguran
surgiendo nuevos significados en esas nuevas dimensiones,
pero el horizonte de lo más complejo siempre aguarda
para trasladarnos a lo desconocido, donde no existe
horizonte alguno. Esto es fácil entenderlo en el
universo físico y en el campo del conocimiento
que de él hemos recolectado, ¿pero ocurre
lo mismo en lo psicológico?
Determinadas cosas del
soporte creacional, la energía configurándose
en materia, en determinados y multivariados comportamientos
del flujo creacional en esa energía-materia organizándose,
que deben ajustarse a la mecanicidad del tiempo y sus
configuraciones hasta cierto nivel, podemos nombrarlas,
etiquetarlas, axiomatizarlas, etc., son órdenes
que hasta cierto punto encajan bastante bien con el
pensamiento, y podemos preverlos y reproducirlos. Y
esto se hace obvio puesto que ambos se alimentan de
lo que llamamos pasado, tanto los flujos repetitivos,
(que implican hacer algo igual como se hizo en el pasado),
como también el pensamiento en el interior de
nuestro cerebro, que en sí mismo es pasado, (sin
memoria no hay pensamiento), lo que él hace es
registrar la mecanicidad del flujo repetitivo. También
registra el acontecimiento único, el que no se
repite nunca, pero ese recuerdo está muy menguado,
sino nulo, del que auténticamente aconteció.
O sea, que observándolo de cerca, pareciera que
el momento en el que el flujo discurre en todo ese compendio
de sucesos, cerebro, pensamiento, mecanicidad creacional,
etc. registrándolos de continuo al tiempo que
entendiéndolos a través de pensamientos,
esta acción sugiriera que el borboteo real de
flujo nuevo queda oculto, casi, como si no existiera.
La psique, cuyo estado real es el estado de flujo,
queda atrapada en el pensamiento, entonces el sentir va
de lo fijo a lo fijo, de registro en registro, y desde
ahí, el pasado quiere relacionarse con otras psiques, precisamente que se encuentran igualmente
atrapadas en el pasado, puesto que lo contrario, una mente
en el ahora, no es de su deseo ya que nunca aprendió
a hacerlo. Únicamente desea lo que ha aprendido
a saber, "reconocer". Anhela lo mismo en lo
que ella se mueve, el pasado. La psique entonces procura
una aproximación al otro a través de encontrarse
en el pasado, que es la idea-sentimiento que uno va elaborando
constriñéndolo en una imagen fija. Obviamente,
no hay aproximación ninguna, pues el pasado los
separa cada vez más a ambos. ¿Podemos comprender
a otro si no nos encontramos en contacto directo con él
en el ahora? ¿Puede comenzar la sintonización
en el pasado, o ella se ha de producir como un acto libre
en el ahora vivo? ¿Puede el recuerdo, que es algo
muy limitado, sintonizar la infinitud que fluye en el
ahora, y en ello sintonizarnos a "las personas"?
La propia psique debe hacerse estas preguntas, y ella
misma debe responderlas, o dejarlas ahí latentes,
para que sin acto volitivo, el "ego-céntrico
operante", ellas mismas por sí solas sin "dominación" ninguna manifiesten su significado. |
Autor foto: P.A.A.: Febrero
2005 - "RICO PAR y sus reflexiones"
16/2/2005.
La imagen central no es completamente frontal, así,
nótese que las polaridades del rostro no
se corresponden con la simetría frontal. |
El sentir es un acto más grande, más extenso, con mayor complejidad, que el acto de pensar, ya que en
el sentir está implícito el flujo, y en
el pensar apenas el registro. Cuando lo sentido lo hemos
puesto en palabras, hemos reducido, siempre al extremo,
el infinito potencial multidimensional que el flujo del
sentir abriga, de ahí que nos podamos preguntar:
¿Podemos llegar a conocer a otro totalmente? Desde
luego más allá de las ideas fijas, pues
éstas se conocen con relativa facilidad, ya que
están estáticas, persiguen esa finalidad.
Si en la esencia uno está fluyendo, que es lo que
a todas luces nos revela la creación en el ahora,
únicamente podemos atisbar lo fijo, entonces los
significados de los cuales su estado es el de encontrarse
fluyendo, no podemos retenerlos, pues se encuentran cambiando,
así, explicarlos no es posible, únicamente
podemos apuntarlos a través de las palabras, pero
comprenderlos es un acto de vivencia. Las palabras
únicamente conectan con registros, y su coordinación
a través del intelecto-pensamiento tal vez pueda
servir de trampolín para llamar la atención
al cerebro del sentimiento de "comprensión
inequívoca", el cual está más
allá de cualquier pensamiento. Mas de la certidumbre
siempre volvemos a la duda; la total seguridad de estar
seguro en algo es una mera ilusión deseada. De
esta manera llegamos a la pregunta que abre este capítulo,
la persona: ¿No es eso a lo que así
llamamos un pensamiento-sentimiento fijos, retenido? Pues
decimos de fulano de tal que lo conocemos íntimamente,
o de zutano de cual que tenemos una ligera idea, o de
mengano, del que no sabemos nada. Nosotros, aquí,
postulamos que nos referimos a la persona
como un medio de distinguir y diferenciar el ego-céntrico
que el ser humano cultivamos en el interior, que aparentando
ser todos ellos diferentes, originales y exclusivos, en
realidad la mecanicidad que los pone de manifiesto es
exactamente la misma en todos: el espejismo de centricidad.
La diferencia es puramente decorativa, en este fastuoso
sistema psicosocial que hemos desarrollado los humanos,
en donde tanto el medio como el fin es ajustarlo todo
de todo lo más que podamos a una cuadrícula
prediseñada, el pasado.
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Comentarios a
Fernando Sánchez Dragó
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Hola
Señor Fernando:
Si usted me lo permite y le apetece,
le voy a absorber unos minutos, y aún cuando son muchas
las cosas que podría ir escribiendo en la medida que
intento expresar lo que preciso transmitirle, ya que
es obvio que para hacerlo le tengo que ir recreando
en el ser y usted dispara muchas consideraciones en
el cerebro y variados sentimientos, deba requerir una
premisa por su parte, que es aceptar con su consentimiento
que lo tutee. Pues me voy a referir exclusivamente a
dos referencias contigo relacionadas de las que desprendo
el presente mensaje escrito, que he de centrarme en
ellas sin dispersarme, permitiéndome el tuteo un acercamiento
más preciso para que pueda transmitir la sutileza
que requiero y es necesaria de lo que ambas me han impulsado
comunicarte.
Te he escuchado en diversas ocasiones,
pero no estoy al corriente a fondo de tus movimientos,
y la mayor parte de lo que sé de ti, (por cierto
que muy poco), además de verte y oírte
en la caja de colores, algunos artículos
de prensa leídos acerca de lo que hacías
en ese momento, libro o programa, alguna de tus aventuras,
o tu forma de ver alguna cosa, la perspectiva desde
donde miras la vida. Debo añadir en esta abreviación,
que me despiertas simpatía, un sentimiento de
bondad amagado tras el mercantilismo literario y el
prestigio, que, (puedo estar equivocado), parece encuentras
importantes. Desde luego te gustan las letras y las
lenguas que son las que comunican el pensamiento, que
precisamente se basa en el conocimiento, aunque
también podríamos utilizarlas para comunicar
"lo desconocido". Hay un sentimiento que recibo
de ti de que la vida es alegría, que lo transmites
en tu carácter, pero de alguna forma pareciera
como si ahí faltara el empeño de que los otros
lo tengan. Recibo un cierto tesón en ello, pero
no sé si estás muy convencido. Por favor,
esto es un sentimiento y no un juicio. Como si pensaras
que no pueden tenerlo, o que ya has desistido porque
sientes que ellos no quieren hacerlo. Pero sólo
estoy expresando un sentir para romper el hielo y familiarizarnos
un poco, consciente de que no se puede reducir tanto
algo que es mucho más complejo.
En
una ocasión, en una entrevista que mantuviste
con Raimon Panikkar, estudioso de las tradiciones
religiosas, mencionaste, incluso lo mostrarse en tus
manos si no lo recuerdo mal, un libro de Pupul
Jayakar, biografía de J. Krishnamurti,
seguro que lo recuerdas. Y comentaste lo que él
sintió cuando le diagnosticaron con una muy avanzada
edad la enfermedad que aceleró su muerte: ¿Qué
he hecho mal? se preguntó. No recuerdo
a colación de qué lo insertaste, pero
¿invalidaría eso la verdad que él señaló
durante su vida? No sé bien si en vuestro diálogo
parecía haber algo de esto, o que tal vez yo
me perdí en vuestras explicaciones. Sino recuerdo
mal, quedó como cosa pasajera en la conversación,
la cual parecía sostenerse en el intento de transmitir
la fórmula para ser alegre y gozar de la vida,
ese sentimiento de conexión con la totalidad.
Ciertamente el centro de todo el enfoque de lo tratado
en la entrevista eran las respuestas de Panikkar
a tus preguntas, y
no tu forma de sentirlo, pues no eran tus pareceres.
Pero en conjunto el sentimiento que tuve de ello fue
que vosotros dos estabais hablando desde el conocimiento
acumulado, de todo lo que obviamente habíais
estudiado en relación al tema. Pero por otro
lado, desatendido aquello de lo que precisamente Krishnamurti
hablaba, (aquí decir que realmente precisaría
volver a visualizar la entrevista con mucho más
detalle). Ya que una de las premisas fundamentales para
poder captar la totalidad, que sería
ese sentimiento de gozo por la creación y comunión
con la eternidad de donde ella surge, que a todas luces
deberíamos tener todos los humanos abrigándonos
e interconectándonos en la multirrelacionalidad
humana y cósmica, es "trascender el conocimiento"
y percibir sin él. Hubiera sido muy bueno matizar
este punto atendiendo a la amplia audiencia que posiblemente
existía en ese momento, y de ahí tender
a comprender la ilusión del tiempo, que es lo
que nos oculta la totalidad. Este es uno de los
puntos que precisaba comunicarte.
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Fotos Izquierda: - Portada libro: Krishnamurti, Biografía,
de Pupul Jayakar Editorial Sirio, S.A. Málaga.
1990. Málaga
- Pupul Jayakar, ( foto original enlace en la
imagen). |
Fotos Derecha
- Raimon Panikkar Alemany, (arriba), enlace artículo
en WikipediA.
- J. Krishnamurti (abajo). 10/1/1986: En su último
paseo por la playa de Adyar, un fuerte viento
empuja hacia atrás su cabello como si fuera
la cola de una cometa.
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Hoy, (27/9/2008), he visualizado
una reposición que han hecho en TV Barcelona,
en el programa Tele-Monegal por el que me sentía
muy inclinado, por ambos, entrevistador y entrevistado.
Dos avispados "zorros viejos", lo expreso
en forma simpática, pues, aún la relativa
tensión en algún momento, ninguno de los
dos se ha dejado "llevar a las cuerdas" del otro,
había cierta diversión en ello, y vuestro
temple "contrapuesto" ha arrancado alguna
sonrisa. Una de las anécdotas que has explicado,
me ha parecido no has dejado clara, lo que querías
decir con ello, (o posiblemente yo no lo he captado
bien), ha sido una que referías acerca de "un
señor que se empeñó en regalarte
una barra de pan", porque "quería
sentirse persona". Le has dado cierto énfasis,
pero yo no lo he comprendido. En primer lugar porque
no veo que por regalarte una barra de pan eso lo convierta
en persona. Pero segundo y más significativo,
el hecho del variado sentido de la palabra persona,
que es obvio tú conoces mucho mejor con el bagaje
literario a cuestas. A mi me ha parecido que sugerías,
al hecho de ser persona, como un
"avance" al hecho anterior de ser
un ser humano.
Si persona lo entendemos como un individuo de la especie humana, y todo se queda ahí, entonces
es perfecto, se puede decir de cualquier ser humano.
Ahora bien, la palabra persona está cargada con diferentes
influencias en su sentido en función del contexto
utilizado debido a una larga historia usándola desde
su lejana procedencia. Parece ser que la palabra persona
proviene del griego "próso-pon", que significa
máscara, la cual utilizaban los actores en
sus representaciones teatrales para hacer resonar
su voz con más potencia. Y no en vano ahora
al término persona le adherimos toda una carga
de potenciales morales y sociales, incluso
de imagen propia y ajena, que verdaderamente
son como una "máscara" que pongamos
al propio ser humano. Al conjunto de todo lo que le
adherimos al ser humano en forma de máscara, lo llamamos
el ego, el "yo", y es a eso a lo que
llamamos "la persona". Por eso decimos
la "persona es tal", o la "persona
es cual", le atribuimos adjetivos y cualidades
en función del ser
humano al que nos refiramos utilizando esa prefabricada
imagen psicosocial que construimos. Curiosamente,
Mikimoto,
Miquel Calçada Olivella, en la cadena TV3
catalana realizó y presentó un programa
durante cierto tiempo poniendo énfasis en su
titular, "Personas-Humanas",
(en lengua catalana, aquí traducido a la
lengua castellana), era su cabecera, apelando
precisamente a la diferencia entre persona
y ser humano, (es lo que a mí me sugiere),
y en cierta manera diciendo que pueden haber "personas
que no sean humanas", ¿no? Otras
"especies" de personas, cosa más
espeluznante. O sea, que disponemos de diferentes
tipos de personas, y uno de esos tipos son las personas-humanas, entonces
¿cuáles son los otros tipos
de personas? ¿ Personas-Reales,
y entonces por contraposición Personas-ficticias,
Personas-Falsas?
¿ Personas-de-Primera-Clase, y
así por ordenación Personas-de-segunda,
tercera, etc. clase? ¿Qué
otros tipos de personas hay? ¿Hasta dónde
podríamos alargar la lista? De hecho, las personas
encajan en una configuración psicosociológica,
en muy buena parte heredada y asumida como verdadera
de manera meramente inconsciente. La "carga"
psicosociológica de la persona se ajusta a
un "estrato" dentro de una escala de "valores"
que la define como un tipo de persona incluida en
alguno de esos niveles de "graduación
comparativa", en el que un subconjunto del conjunto
total comparten unas características, muchas
de ellas asumidas como auténticas cualidades.
Así vemos que la mayoría de personas,
tenemos en común un principio generatriz, el
cúmulo psíquico, que reuniendo ese compendio
de asunción que delimita un "perímetro",
él resulta manifestándose como un ego-céntrico.
Este ego, la persona, que es un movimiento céntrico,
centrípeto, es una configuración de pensamientos,
con sus cargas emocionales y de auto-imagen, fijos,
su herencia, pues es obvio, son registros que varían,
es lo que intentan, poco sino nada, mientras la psique,
precisamente la psique del ser humano, es algo
que se encuentra en estado de flujo, como la vida
misma. La máscara, la auto-imagen, impide a la psique
fluir con la vida. Es patente que el roce, la fricción
de esas dos cargas que se contraponen, lo fijo y lo
móvil, consumen energía inadecuadamente, que
se manifiesta en la discordia competitiva, los miedos
ocultos pero lacerantes, y las crisis de cualquier
orden de las que los humanos nos aquejamos de continuo.
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Ese
sentimiento que ahora nos parece tan profundo, el
"yo mismo", la configuración psicofisiológica
que uno siente que ahora es, que se forma a través
de la tradición y la herencia, al que nos adherimos
centrando toda nuestra energía, pues dedicamos la
vida completa a circunscribirnos en él, darle forma,
sentido, disfrutarlo y padecerlo al mismo tiempo de
manera inseparable, lo vamos fijando de continuo en
un proceso acumulativo de registros, de los que nos
dejamos llevar al persistente deseo de permanecer
de alguna forma para siempre. Esta configuración psicológica
que se siente como un centro, es lo que postulo como
el espejismo de centricidad. Los registros
de los que se forma ese concepto-sentimiento
de "yo" es evidente que son algo fijo,
lo que les permite proyectar una idea-sentimiento
determinado, que es lo que uno mismo siente como lo
que "yo soy". Una ristra de recuerdos,
de acontecimientos pasados, cicatrices psicológicas
de sucesos acontecidos pero ya muertos, en los que
se vivenció o bien alegría o bien dolor, es
lo que decimos que somos nosotros mismos. A eso le
añadimos la auto-imagen profesional, socioeconómica,
cultural, y ese conglomerado de sentimiento retenido,
fijado, conjuntamente con la imagen psicosocial en
base a nuestro escalafón en la sociedad, lo
ponemos a circular a través de lo que llamamos relación
con los demás, "relaciones humanas". Pero
en sí mismo, como ese sentimiento de "yo"
es algo parcial, sólo es recuerdo, no es flujo,
situado como está en el auténtico flujo de la vida,
y nada se puede resistir a fluir pues la quietud de
lo físico no es real, se proyecta como un espejismo
con tal potencia que uno lo siente como verdad, el
sentimiento de centricidad, el "yo soy",
pero no es más que una ilusión proyectada por el cerebro
utilizando sus registros a modo de celuloide emulsionado,
pero a nivel neuronal, psicofisiológico, algo
muchísimo más complejo e intangible,
pero que como se hace evidente observándolo
en los efectos que nos produce ofrece una muy potente
sensación de realidad. Esto que te escribo, también lo hago para compartirlo con cualquiera que precise leerlo, y estoy seguro
de que tu sentir de diálogo abierto con todo aquel
que le apetezca conversar y descubrir admitirá hacerlo
así. Es después de ver esa tendencia en ti a expresar
libertad, en cierto modo desde perspectivas que trastocan
la forma corriente en como se ven algunos aspectos
de la sociedad, aprovechando la energía que me da
el agrado que siento por ti, que me tomo la libertad
y te lanzo el reto de considerar lo que aquí sugiero.
Y consciente de tu segura falta de tiempo, me conformaré
sin ápice de mal sentido con que sólo lo leas sin
verte obligado a responder. Siento que hay una única
corriente de energía elemental de la que
todas las cosas y seres surgimos, lo que hace que
todo se encuentre interrelacionado y nada se
escape a ese sentido de unicidad. Esto por
muy fragmentado y separado que nosotros ahora podamos
sentirlo. De hecho también es una verdad científica
este continuo de interrelación que es esta creación
en estado de flujo que somos. Si el ser humano podemos
tener un atisbo, captar esta totalidad, vivenciar
un impacto directo de ella, es obvio que el espejismo
de centricidad se disolverá desapareciendo
la falaz competencia entre "espejismos
yo soy" que desde muy antiguo impera
en la vida. Pues aún cuando ahora sus síntomas sí
son reales, él no es más que una ilusión manifestándose
como placer-dolor céntricos. Desde esa disolución
del ego-céntrico entonces el cerebro y los sentidos
tienen acceso a percibir, a captar y sentir, participar,
de una perspectiva totalmente inimaginable ahora que
está operando la centricidad. Y es obvio, que mientras
no veamos que esta ilusión egocéntrica es únicamente una proyección, no es algo real en el
ahora, nos quede oculta la auténtica conexión del
Todo. Mientras no comprendamos que lo fijo
proyectado es la prisión, no podremos acceder a lo
que es la libertad, cosa fundamental para percibir
y comprender y desde luego para vivir. Todo esto lo he expresado en forma muy sintética procurando transmitir la tremenda envergadura e implicación que en todo ello hay, y es de esperar que sea el ser humano
el que podamos acceder a tal dilucidación.
No sé si cuando mostraste tu camiseta negra con un
texto blanco diciendo "no soy Dragó", estabas
diciendo que tú no eres el ego que hay envuelto ahí
en el cuerpo, en el cerebro. Fernando, aprovecho con este texto para enviarte
un muy afectuoso saludo. Pedro.
Fotos enlaces a Fernando Sánchez Dragó: "soy nadie", "soy apátrida".
Foto: "no soy Dragó"; no encontrada. |
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P. D. ( Pasado algún
tiempo). Quisiera comentarte algo que desconocía
de ti cuando escribí lo anterior, y que realmente
me ha "trastocado" aspectos en relación
a cómo te siento. He de decir que me he quedado
sorprendido, (no te había "leído"
lo suficiente, te había prestado poca atención).
Resulta que eres seguidor y defensor de la tauromaquia,
(al principio pensaba que lo decías como una
ironía), pero parece ser que para ti es algo
muy serio. Después leo que según tu parecer
para una buena educación se precisa "la
autoridad, la jerarquía". Y ya me he quedado
pasmado. Pudiera ser que utilizamos diferentes significados
con las palabras, aunque éstas dos precisamente
son
muy entendibles y generalizadas. Cuestiones auténticamente
antípodas, más bien, totalmente desconectadas
de lo que aquí se está proponiendo. Entonces
¿Qué libertad atisbé en ti, cuando
la crueldad la conviertes en sacramento, y consideras
que hay que constreñir para educar? Precisamente
cuando lo que necesitamos es sensibilidad, libertad
interior y participación conjunta en el
descubrimiento. Ahora no podría echarme atrás
con este escrito, (el impulso por mantenerlo en este
compendio de apuntes continua con la misma intensidad,
aunque con más dudas), y seguiré incluyéndolo,
pero ahora, se me hace un buen lío cómo
puedo "ordenarte en la mente", pues te siento
diferente de como te pienso. Es curioso cómo
el ser humano podemos enredarnos tanto con el pensamiento.
Alguien que habla de libertades y trascendencias por
un lado, pero cultiva ponzoñosos sentimientos
de agresión (en este caso con el toro) y dominio,
coacción, (de
los niños/jóvenes en la educación)
por otro
Lo siento, no es reproche ni exigencia,
pero sí, que reflexiones sobre todo esto, si
es que me permites sugerírtelo y si es que te
viene de gusto hacerlo. Incluso, que tuvieras en cuenta
el completo sentido y significado que en esta colección
de apuntes se viene desplegando. Nunca sabemos por dónde
nos vendrán los vientos cuando navegamos en océanos
abiertos de la mente, y si ellos nos llevarán
a lugares no contemplados en nuestros elegidos y prefijados
destinos cuando reflexionamos, exploración que
es una manera de viajar por ella, por la mente. Al mismo
tiempo parece hacerse evidente, que con tu largo caudal
de charlas, entrevistas, debates y diálogos con
otras "personas", seres humanos, te deba ser
bastante sencillo ver y sentir las cosas verdaderamente
desde la perspectiva de otro.
Igualmente
con afecto, Pedro.
RICO PAR
(4/6/2009 - 6h. p.m.)
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El
pasado y el Flujo
Fragmento del diálogo 1 entre
J. Krishnamurti, David Bohm y David
Shaimberg,
procedente del libro:
"LA TOTALIDAD DE LA VIDA" de J.
Krishnamurti. |
/
Krishnamurti: Mire,
Señor: si no hubiera fragmentación
históricamente, geográficamente,
nacionalmente, viviríamos en perfecta seguridad.
Todos estaríamos protegidos, todos tendríamos
alimentos, casas. No habría guerras, seríamos
todos uno. Él es mi hermano y yo lo soy
de él. Él es yo. Pero esta fragmentación
impide que ello ocurra.
Shaimberg: De acuerdo. Entonces ahí
está usted sugiriendo más aún;
¿Sugiere que deberíamos ayudarnos
el uno al otro?
K: Yo ayudaría, es obvio.
Bohm: Estamos dando vueltas en un círculo
porque
K: Sí, señor, quiero volver
a algo y es lo siguiente: si no hubiera nacionalismos,
ni grupos ideológicos, etcétera,
tendríamos todo cuanto necesitamos. Eso
lo impide el hecho de que yo sea un hindú,
usted un árabe, él un ruso ¿entiende?
Nosotros nos preguntamos: ¿por qué
ocurre esta fragmentación? ¿Cuál
es su origen? ¿Es el conocimiento?
S: usted dice que es el conocimiento.
K: Yo estoy seguro de que lo es, pero lo
planteo como una pregunta.
S: Ciertamente, parece serlo.
K: No, no. Examínelo, investiguemos.
S: ¿Qué entiende usted por
conocimiento, qué quiere decir con ello?
K: La palabra 'conocer'. ¿Lo conozco
yo a usted? ¿O le he conocido? Nunca puedo
decir que le conozco, realmente lo entiendo así;
sería una abominación decir, "yo
le conozco". Le he conocido. Pero mientras
tanto usted está cambiando en usted
hay un movimiento.
S: Así es.
K: Decir que lo conozco significa que estoy
familiarizado o que me hallo en íntima
relación con ese movimiento que ocurre
dentro de usted. Sería un atrevimiento
de mi parte decir que le conozco.
S: Eso es verdad.
K: De modo que el conocimiento, el
conocer es el pasado. ¿Diría
usted eso?
B:Sí, entiendo que lo que conocemos
es el pasado.
K: El conocimiento es el pasado.
B: El peligro está en lo que llamamos
el presente; consideramos al conocimiento como
el presente, ése es el peligro.
K: Así es, precisamente.
B: En otras palabras, si dijéramos
que el pasado es el pasado, entonces, ¿no
diría usted que éste no necesita
del fragmento?
K: ¿Cómo es eso, señor?
B: Si dijéramos si reconociéramos,
si admitiéramos que el pasado es el pasado,
que éste se ha ido y que lo que conozco
es el pasado, entonces el pasado no introduciría
fragmentación alguna.
K: No, no lo haría, completamente
de acuerdo.
B:
Pero si decimos que lo que conocemos es presente
ahora, entonces estamos introduciendo la fragmentación.
K: Correcto.
B: Porque estamos imponiendo este conocimiento
parcial sobre la totalidad.
/
J. KRISHNAMURTI - LA
TOTALIDAD DE LA VIDA
Título original en inglés: THE WHOLENESS
OF LIVE
Traducción de Armando Clavier. Diseño
de la portada Julio Vivas
© Krishnamurti Foundation Trust Ltd, London
1973.
© Editora
y Distribuidora Hispano Americana, S.A. (EDHASA),
Barcelona 1980.
Parte I: Siete Diálogos. Conversaciones
entre Krishnamurti, el Dr. David Bohm,
Profesor de Física Teórica en el Birkbeck College,
Universidad de Londres, y el Dr. David Shainberg,
Psiquiatra de Nueva York.
Parte II: Extracto de lo substancial de
las pláticas públicas dadas en Ojai, California;
Saanen, Suiza; y Brockwood Park, Inglaterra, durante
1977.
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Jiddu Krishnamurti,
la Pureza de la Inteligencia. |
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El
Ser Humano
que quiso ser persona
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Conversación
entre Desconocidos
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