Vivimos en un mundo muy complejo. Inicialmente por la propia creatividad de la naturaleza que no escatima en prodigalidad de configuraciones en su interrelacionalidad indivisa del todo. Pero en segundo término a causa de nuestro conocimiento, que desde la mitología a la ciencia, se encuentra imbricado con nuestro sentimiento. En muchos aspectos nuestro proceder es contradictorio y confuso, y los esquemas que aceptamos como patrones sociales, si bien a algunos les parece reportar cierta extraña felicidad que verdaderamente perdura poco, pero se aferran a ella incluso meramente soñándola, son muchos más los que padecen la vida en lugar de experimentar su gozo, si es que existe de alguna manera eso que llamamos el gozo de la vida. Mas en cualquier caso parece hacerse obvio que no debe ser su sentido el padecerla. Lo cual manifiesta claramente que la explotación y la matanza que son hasta nuestros días una constante cultivada y mantenida, están mermando de continuo la alta calidad de vida a la que todo humano debemos tener derecho y acceso. De hecho, cualquiera lo siente claramente cuando se dice: “vivimos en un mundo de locos”. Esto curiosamente pocos lo niegan, aunque los beneficiados de tan escabroso comportamiento lo justifican con mil y un pretextos y ya les está bien que así continue.
Así, admitiendo que los humanos nos encontramos en un estado patológico, ¿podemos encontrar la causa primera a tal anomalía? Puesto que no podemos admitir desde ninguna perspectiva que la propia naturaleza crea engendros psicológicos, basados en la codicia y el miedo, con sus correspondientes escapes a través del mito y el entretenimiento para paliar esos nocivos y perniciosos sentimientos psíquicos. Más bien, somos nosotros mismos en nuestra negligencia irresponsable, que aceptamos la irracional herencia que nos llega desde mucho tiempo atrás en el sendero evolutivo cultural del hombre. Herencia que consiste en atrapar la psique a través del intelecto y la emoción retenida en un conglomerado psíquico resultante de proyectar como una obligación ineludible la sensación de “YO” con todo su baluarte acumulativo.
Al ser este ego-céntrico formado a partir de la insistencia en el miedo y la reacción a la ignorancia una mera proyección, una ilusión sin realidad propia, actúa en el cerebro exactamente como un espejismo de la mente. Éste es producido por todos esos falsos contenidos inoculados de continuo en el cerebro que proyectándolos psicofisiológicamente en el completo organismo generan el ego-céntrico que la mayoría incubamos y alimentamos interiormente y por el cual competimos y nos utilizamos explotándonos mutuamente cada uno en beneficio propio, formando así una sociedad hipócrita, en la que cada cual piensa que es el mundo el que anda en el error y uno mismo lo hace todo muy bien y está exento de responsabilidad en cuanto a tal crítica morbosidad padecida.
Indudablemente, estos apuntes acerca del Espejismo de Centricidad que manifestamos y padecemos los humanos, requieren ser estudiados con una mente capaz de observar y comprender sin las anclas del pasado, la herencia y la tradición, sumergiéndose en la complejidad de la mente humana sin prejuicios y conclusiones previas y con un enorme anhelo de descubrir la verdad en cuanto a nuestro auténtico y verdadero estado psíquico.
En el siguiente link se accede a la «portadilla» de la obra, en la que se disponene de dos entradas a la misma, la Portada y el Indice de contenidos.